VENENO (poema)
—Abre la
boca
yo soy
tu veneno...
Sonríes
conozco
esa sonrisa, majestuoso abismo donde nacen y mueren las estrellas
atiendo
a tu llamado.
El rezo
de los amantes es cantado, lo sagrado está dispuesto a ser profanado; ser,
juntos, altar, dispuestos a morir en la incompresible bastedad del enigma de
nuestro orgasmo.
Tu
caricia me muerde la carne, hilos de tus besos atan cada movimiento de mí
—Abre la
boca, bébeme.
Me
observas.
Tu
palabra endurece mi carne
los
pecados vibran desde nuestro interior, buscan salir al encuentro de su
penitencia
exquisitamente
temblorosa
rostros
cubiertos de miel y flores, somos rostros buscándose en la oscuridad de
caricias
viajamos
sobre la barca de placeres ante las aguas del tiempo, navegando, exigiendo a lo
sagrado llegar juntos más allá del sueño
Tu boca,
beso,
emana
veneno,
bebo de
ti
ante tu
alta voluntad se mezcla tu voz con mi voz,
bebemos
a ciegas
sintiéndolo
todo
tu
cuerpo muerde a mi cuerpo
lo
prohibido queda descubierto
somos
altar esperando ser profanados ante la gracia del amor
condenados
a su designio divino
esperando
coloque en nuestros pechos la semilla de su deseo
mi carne
endurecida entre tus manos, ardiendo en palpitares
implorando,
mi
respiración buscando tu boca
—Yo, tu
veneno
bébeme...
Ante mí,
tu figura se alza entregándome el cáliz de secretos, perfumado en licor de
granada, mis manos contemplando en sus ojos, mil ojos, las columnas de tus
piernas, posándose en ella, lamiéndolas a mil ojos; sucumbo a mi sed de ti,
beberte con el frenesí de esta lengua que ha pasado sus noches y sus días
sonámbula, urgencia de ti, de regresar a esa boca de silencios y palabras
néctar, a rezos mojados por volver a tu sabor, pervertir lo expuesto, lo
prohibido, verter lo sagrado a la profanación de mi lengua, beber de ti, cáliz
incorrupto, profanándolo a rezos arcanos, mojados, beligerantes de esta lengua
a la locura de tragar tu respiración más allá del sueño del orgasmo que nos
habla por la voz del amor, exige su sacrificio, estamos dispuestos, jadeantes,
encontrados entre caricias, besos, sintiéndome envenenado y trasvasando tu
veneno a ti
caricias
fúricas
ríos
embravecidos buscándose mares en fuego y tormentas, relámpagos, buscar
calcinarnos en pervertida procesión a expiarnos lo impío que estamos
derramándonos
tu
cuerpo y mi cuerpo
encontrados
comulgando
al amor
liberando
todos los pecados en estallidos que vibran nuestra carne descontroladamente,
ahogándonos en suspiros que no guardan aire
el santo
sacramento del orgasmo nos hace tangibles en la presencia del amor, bendecidos
a dulces trémolos perfumados por nuestra desnudez mojada, gracia divina, caos
celestial sobre nosotros, desnudos, besándonos los restos de veneno,
colocándonos en la frente la marca sagrada del amor más allá del sueño de
nuestro orgasmo.
Besas mi
boca y deposito en tu boca tu orgasmo, nuestro orgasmo alimentando la lámpara
con el aceite extraído
de la
fruta de nuestro amor que el amor colocó para expiarnos los pecados.
—Yo, tu
veneno —vuelves a sonreírme—…
Tú, mi
veneno.
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