EL ORGASMO (poesía)

El orgasmo es de quien se queda a besar tus hombros, abrazándote hasta que ambas respiraciones se calmen, salir juntos de la tormenta con la victoria en la piel, respirándose emociones. El orgasmo es de quien sonríe de vuelta ante esa sonrisa cómplice, aquella que desglosa un estoy aquí, dulce como la miel, afrutado, sabes que esa sonrisa sabe a esa persona, lo siente en tus labios, al tragar saliva; sí, es de quien se queda a abrazarte, quien está más allá del alba observando el sol transitarte la piel, de todas las noches, de todos los relojes, sin almanaques, estando ahí o no, preguntando un cómo estás y quedándose a la respuesta. Es de quien entrega su placer en un cofre de madera perfumada para combinarlo al tuyo, lo guarden en sus pechos, respiren de él y lo usen como aceite para iluminarse los días oscuros o ungirse de complicidad para esconderse del tiempo. El orgasmo de quien se comparte a ti que te compartes en la voz de un sí, deteniéndose a rezar contigo ante un no, usando las mismas manos, comulgando amor. Es de quien se queda, está, hacen juntos una vasija de barro con las cenizas de las prendas dejadas en la memoria y, juntos, dan forma al amor en esa vasija donde beben agua y vino, a veces, cuando se ponen creativos, guardan dátiles, algunas granadas, naranjas o unas flores buscando su sol o su luna. El orgasmo es quien escucha, observa, siente y dialoga al silencio, a piel, a beso vivo, entre frutas caricias y colocan la miel de los encuentros para perfumar nichos y lechos marcándolos con sus nombres ante la promesa de lo eterno sobre los dioses y lo primigenio. El orgasmo es del amor, de quienes profesan amor y son amor a su imagen y semejanza, de quien se queda a abrazarte ante las pesadillas y disfruta de tus sueños. El orgasmo es de quien habla con él, lo sabe, lo escucha como un oráculo interno reflejándose en la mirada de esa persona bañada en los sudores del amor, le escucha cantando sobre versos en una lengua comulgante, lo escucha atentamente en una jugosa premonición vibrante sobre la piel que grita desesperada por la libertad de la vida y de la muerte, escucha esas manos sucumbir ante los hilos del amor, del caos; esa voz de mil voces mojadas, escuchadas en un canto, único canto y lo entiende, comprende, siente le penetra el espíritu y, en momento sordo, tan ínfimo, como el beso de dos galaxias colisionando ante la frágil eternidad del cosmos, conversa con tu orgasmo, lo observa a los ojos, pone suma atención, hinca una rodilla sobre el suelo rindiéndose por amor, sintiendo el orgasmo levantarle el rostro con una de sus manos benditas, observándole, sonriendo, trazando sobre su frente la marca de la comunión amorosa para regresarte fuera de ese instante, ser orgasmo, vivirlo, ser placer en el placer de esa persona, caer consagrados a buscarse entre respiraciones y suspiros, guardarse los nombres en un beso, sellar su pacto entre las manos, sonreír; ser, estar, compartirse. El orgasmo, sépanlo bien, es de quien está mientras duermes y se queda para vivirte con o sin cuerpo, más allá de la voz, fuera de este universo, juntos.  

 

@cuervocaos




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