EVANGELIO APÓCRIFO DE LOS AMANTES (#PoesíaArcana)

El beso de tu boca

derrite el tiempo,

sabe a vino

gloria bendita de tu aroma

convertida en mi delirio

 

el fuego se hace,

todo lo lame

con sus lenguas;

 

el aire lo hace cenizas,

el tiempo lo hace cenizas, ahí,

el polvo sobre los muros, los relojes,

las cortinas y los andares,

recubren el ambiente

donde tu beso reina

y emana ese vino de fuego

perfumado con granadas.

 

A tu merced estoy,

soy testigo y ofrenda ante tu fuego

que me llena la sangre

de salvajes deseos

por adentrarme en tu misterio.

 

El deseo, siento que repta por mi carne

y se alimenta de tu piel,

la travesía al final ha comenzado

en ese beso que me sabe a vino y granadas;

 

se revela el deseo desde nuestras bocas

alterando la respiración que compartimos;

 

las cenizas lo sepultan todo,

se mezclan con nuestra saliva,

una tinta en un mar que nos rodea.

 

Las incesantes voces de tu corazón

se agolpan en mi lengua,

ando en ellas,

desplazándome por tu cuerpo

hasta abrir las puertas

que me permites estar ante su presencia,

siente mi mano en la cerradura,

mojándome, sintiendo tu carne,

mojarme en ti

y las puertas abren,

el paraíso se muestra

ante mi rostro para beber de sus aguas

y expiarnos los pecados

a hilos carmesí que brotan de tu boca

y atrapan nubes

para envolver mi cabello

con tus manos benditas,

entrelazándose,

me tienes como testigo

del sabor de tus huertos

abrazándome la lengua

a la mezcla de tu beso

como reliquia sagrada

profanada por el susurro perverso

de versos arcanos

buscando lamerte el alma.

 

Los pecados se nos liberan,

tu cuerpo yace como altar

y tus piernas columnas

de este templo

donde mi lengua danza

al cántico del placer

que se destila de tu boca,

puedo escuchar

tu saliva arremolinarse

en tus labios a la caricia de tu voz,

tejiendo sonidos a mí que me hipnotizan.

 

Sinuoso andar el mío

que recorre tu cuerpo

hasta regresar a tu boca,

mi gloria, mi delirio,

la cuna de este vino

que me das de beber

desde tu boca en un beso

para verte el sabor

de tu respiración jadeante,

mezclarse en la comunión

de nuestras lenguas

como único alimento,

como morder una nube

y sentir sus mieles,

el néctar de tu cuerpo

que me embriaga y me tiene,

dominado,

 testigo penitente

en el desvelo de tu placer,

mi única religión ahora.

 

Abrumados,

cuerpos tensos,

 esperando,

dominados

por la humedad generada;

 

sobre las nubes de tinta

que abruman al tiempo

para no permitirle observarnos,

estar escondidos, disfrutándonos,

a sangre salvaje, mordernos,

placentera ventura

de nuestra carne por nuestra carne;

 

lujoso aposento tu cuerpo

donde entro, me permites penetrarte,

la sensación de un panal dulce,

cálido, envolviéndome,

dándome la bienvenida a ti

y, juntos, comemos el pan del gemido

hasta violentarnos

en la ferocidad

de buscarnos al amor

en el movimiento

de tus piernas y las mías,

de tus manos y las mías,

de esta boca que es una boca

cuando nos convoca el beso

y nos convertimos

en una estatua áurea...

 

me muerdes

serpiente...

 

en tu mordida recitas mi nombre

exigiendo el mío,

lo entrego, soy tuyo…

 

en la boca

sentimos

el único fruto

sagrado

 

ardemos en nuevas llamas

manto sagrado

lo sentimos, juntos,

 

somos un cuerpo

habitado en dos cuerpos...

 

y...

 

súbito estallido

y las nubes de tinta

que hemos concebido

se dispersan con el pensamiento del rayo

para que el amor,

llamado a jadeos,

a lengua de amantes,

se haga presente y sea él

quien nos encuentre,

nos tome en sus manos piadosas

para devorarnos;

 

bienaventurados

los amantes que se destilan placeres,

 

bienaventurados los pecadores

que se destilan en placeres

para comulgar el secreto,

 

dice el amor susurrando

mientras une sus manos en oración,

para abrir los ojos

y nos deja caer como una nube,

impactando al tiempo,

envueltos en caricias etéreas,

filigrana de oro y plata

que nos decora la piel

sobre la tinta ante la mezcla de cenizas

por el fuego de nuestro beso

que hago mío, mi recuerdo,

tú, mi religión,

yo, penitente a tu placer

y, el amor, se retira sonriente,

dejándonos abrazados,

perfumados por el aroma de los amantes,

 

diciendo, en su andar:

 

bienaventurados sean los amantes,

de ellos es el fruto del orgasmo.

 

 

 

 

EVANGELIO APÓCRIFO DE LOS AMANTES

Autor: Luis Antonio González Silva (@cuervocaos)

#ElDiarioDeUnSonámbulo #PoesíaArcana #Erotescore #EvengelioApócrifoDeLosAmantes

 

Imagen: @Loputyn




Comentarios

Entradas populares