Abismo (poema)

Respirar suave, fuerte,

cayendo sobre tu cuello

marcando esta respiración

desnudándose a ti; 

 

una mano sobre tu cuello,

garra sirviente,

juega a tomarlo

llevar tu rostro a mi presencia,

besarte, el sabor de tu boca en mi boca,

ese sabor afrutado de licor, maduro, cálido;

 

beso resonante, vibra, exquisito,

beso portal, nos tiene,

nos sabemos en el filo del abismo

a las bocas de las diosas de lo prohibido,

y lo sabemos, algo en nosotros,

   lo sabemos;

 

nos abrazamos

como serpientes envueltas en fuego,

nos dejamos caer a la suerte…

nos adentramos en el beso,

invocamos mares,

brotan de nosotros

los cantos sonrientes y arcanos

de los condenados disfrutando de la eternidad

entre aires infernales, desnudos,

llegan a nosotros, a nuestra piel,

fuego a cenizas nuestras ropas,

círculo de protección ante el tiempo,

allá afuera el todo,

acá, nosotros en la caída del abismo

donde las Diosas del orgasmo

nos observan lujuriosas;

 

caemos enredándonos en el tejido palpitante,

hilos salvajes,

mojados de cada gemido

que nos ahogan penetrando nuestra carne,

sonido del amor, embiste, ritmo a ritmo,

locura en espiral, serpientes ígneas

rompiendo silencios, atándonos,

ritual majestuoso

donde los cuerpos cantan violentamente

a la espera indómita de gritar

y desgarrar el destino,

marcando el espacio con el sudor,

saliva y la sangre del amor desprendida

al invocarla en nosotros en esta caída;

 

 

perfumarnos con el encuentro,

ser cáliz donde el amor estalla,

llena la copa, nos derrama

arropándonos en trémolos salvajes,

aroma frenesí, electrificante…

 

caemos a tiempo

impactando, juntos,

en el fondo del abismo,

morir, renacer al primer respiro y…

yacer exhaustos,

calmando nuestros corazones,

regresando entre respiraciones,

buscándonos sonrisa,

sellando ese umbral con otro beso

y las flamas se hacen dóciles,

se desplazan ruborosas a esconderse;

 

seguimos como serpientes

respirando en comunión

como hojas sobre un estanque

buscando una luna reflejada, pero…

dejamos entre abierta aquella puerta

y sabemos que detrás de ella

el abismo recita nuestros nombres

mientras las diosas en gracia,

de lo prohibido… nos esperan.


Imagen "Autor Desconocido" 


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