Recibí
esa llamada, sí, desde ese momento sabía que todo iba mal. No sé por qué le
hice caso a esas cosas de ser buena persona; nunca contesto llamadas a la hora
13. ¿Qué puede pasar?, me dije y vaya, todo pasó.
Llegar
al "Wilkommen", un lugar de élite, un burdel artístico administrado
por Spettacolare Tadeo Joseph aunque el bajo mundo lo conoce como Mr Bradshow.
Fue interesante entrar al lugar, ese gorila que tiene en la entrada no deja
pasar ni el aire. Investigué un poco de él, se llama Daniel Marin Trujillo y
estuvo implicado en varias pandillas, nada grave según los reportes oficiales,
pero las calles dicen todo lo contrario. Al cercarme a él de inmediato me
observó con esa mueca de «no vas a pasar».
—Oye,
vengo a ver a Mr. Bradshow.
—¿Quién
eres?
—Amigo
de Luciana... —dudó— sí, Luciana de Calle Márquez 67. Esa Luciana, pero no
vengo por eso, vengo a hablar con Mr. Bradshow
Dudó
un momento, observó a varios lados y dijo que regresará en 15 minutos.
Encendí
un cigarrillo, revisé mensajes, nada. Creo ya era una forma automática de no
perder la espenza.
Daniel
me habló desde su puesto, ya podía pasar.
Entrar
en el «Wilk», como le decían las personas, es entrar en el país de las
maravillas son mucho satín, nada pervertido, era un circo sensual con alta
clase. Lo que mencionan en las calles es cierto, el cielo si de verdad te
portaste bien en toda la vida.
Tomé
asiento cerca del escenario, una chica se acercó para ofrecerme algo de beber,
le pedí un whisky en las rocas.
—¿Me
puedo sentar?
Subí
la mirada y pude observar a Yessica Brau con un vestido largo, turquesa y
verde, parecía una sirena en busca de su presa.
—Creo
que no tengo opción...
Le
hice preguntas sobre Mr. Bradshow, no hubo más información que la existente.
—¡¡Damas
y Caballeros!!
La
voz de Mr. Bradshow irrumpió en la escena... con su enorme elegancia y
movimientos se desplazó por el escenario para presentar a su diosa cazadora, la
gema de la corona en la noche de la ciudad, a la cazadora furtiva que desgarra
suspiros recién coloca una mirada en ti...
—¿Quién
es ella? —Le pregunté al oído a Yess.
—Dicen
que se llama Dan Rivera aunque acá vale más el misterios... pero todos la
conocen como La Reina de las Serpientes.
—¿Hace
cuánto tiempo andas por acá?
Me
dio un beso en la mejilla, acarició mi rostro y me dijo en un susurro: —Aquí
no...
***
—¿Cómo
debo llamarlo? —Pregunté a Mr. Bradshow.
—Usted
me puede llamar sólo Tadeo... —dijo con tono retador— ¿Estoy en problemas?
—Preguntó y puso sus manos enfrente como esperando ser esposado.
—No
soy de esa clase de personas... a mí me contratan por otras cosas. Soy a quien
llaman cuando la ley es estúpida.
La
oficina de Tadeo, o como él la llama: sus aposentos. Una extraña combinación de
arte con imágenes del espacio. Dijo que tiene gusto por la pintura y el
burlesque.
Estuvimos
hablando de manera satelital, hasta que preguntó directo: ¿Qué quiere?
***
Al
salir de Wilk un tipo se me acercó, se presentó como Neil Arturo Hernandez
Pinto y me dijo que tenía información de lo que estaba buscando, que Janet
Damián lo contactó a él.
—Debes
ir directo al Líbano...
Un
disparo rasgó la noche. Neil cayó de golpe al suelo; logré observar al asesino
huir. Fui atrás de él, corrimos por callejones, el tipo salió y fue
atropellado. Al observar el cuerpo me di cuenta que era Daniel...
***
—¿Yessica?
—le hablé por teléfono— Tengo que vert...
—Hola,
Guapo... —voz femenina distorsionada.
—¿Quién
eres?
—Calle
Colonos esquina con Nacionales, cafetería El Líbano...
Colgó.
***
Esperé
el Metro para dirigirme al lugar, esperando que Yess estuviera bien. Se escuchó
la bocina, ruido de las vías. El Metro se detuvo, entré, otra persona también
lo hizo en la lado opuesto del vagón. Con el rabillo del ojo estuve
monitoreando sus movimientos, me recargué en la ventanilla como si estuviera
cansado, acomodé mi gabardina buscando mi navaja, me hice el dormido.
La
persona se acercó poco a poco entre cada estación, se colocó a un lado de mí,
me dijo: «La serpiente mató a la sirena...»
Me
incorporé de golpe, su voz es femenina, dio unos pasos a la puerta y se fue
cuando el Metro se detuvo. Quería salir tras de ella, pero debía llegar a la
cita con el destino en el Líbano.
***
El
Líbano, una cafetería barrial, acogedora, con un aire peligroso.
—¿Me
puedo sentar?
Observé...
era la Reina de las serpientes con su mirada alargada, con esa voz de exquisito
veneno, con suma sensualidad tomó asiento y me miró fijamente, como retándome.
—...ehmm...
—No supe qué decir.
—Solo
llámame Dan —Se sentó y miró el menú de mesa— pero no estamos aquí para convencernos
de culiar. Debemos hablar rápido y al grano.
El
mesero se acercó, Dan me miró como para que fuera yo quien pidiera por ella,
que fuera lo mismo, una taza de café espresso. Ella disimuló la mirada para que
el mesero no la viera.
—¿Dónde
está Yessica?
—¿Y
yo cómo chingados quieres que lo sepa?
—¿Por
qué me pediste vernos acá?
—¿Yo?
—Dijo bastante sorprendida.
Tomé
mi taza de espresso, la arrojé con fuerza hacia la barra de café, todos los
presentes se asustaron. Tomé de la mano a Dan y nos fuimos al sanitario.
—¡Pinche
loco! —Me dijo Dan mientras la metí al sanitario y cerré con seguro.
Le
hice una seña de que guardara silencio. Me subí al retrete para abrir la
ventanilla que da a la calle, le di a Dan mi teléfono con un número ya
marcándose, le dije que le diera la dirección solo eso, que sólo repitiera la
dirección tres veces y que colgara.
Mientras
seguía mis indicaciones, coloque papel higiénico en la ventana, todo lo que se
pudiera quemar. En segundos, mi teléfono recibió un mensaje: «En 5».
Me
acerqué a Dan para decirle al oído: —Un amigo llegará, habrá confusión, no
sueltes mi mano. Estamos en una trampa, nos quieren silenciados. En 5 minutos
viene mi amigo, calma.
Tocaron
la puerta del sanitario, era un mesero preguntando si todo bien. Observé
fijamente a Dan, no sabía qué hacer. Ella comenzó a gemir y jadear, me hizo la
seña de que guardara silencio y me guiñó un ojo. Dejaron de tocar la puerta.
Eso
nos dio los minutos que estábamos esperando. Al recibir el mensaje de «ya»,
comencé a quemar el papel. Se activó la alarma y salió humo por un costado de
la cafetería. La gente del barrio comenzó a acercarse, Dan y yo salimos en el
caos y nos subimos a un automóvil que nos esperaba. Arrancó...
***
Después
de unos segundos le presenté a Dan a Omar Capistran.
—¡Gracias
por salvarnos!
—No
hay de qué —dijo Omar— ¿Ahora en qué estamos metidos?
—¿Estamos?
—Dijo Dan.
Mientras
seguíamos en el auto recorriendo calles estuvimos hablando de los hechos, algo
estaba claro, Yessica estaba desaparecida, inculpan a Dan y nos quieren fuera
de la jugada.
—¿Por
qué tiene que ser tan difícil? —Pregunté al aire mientras me recargaba en el
asiento trasero.
—Tú
estás escribiendo este cuento, ¿no? —Dijo Dan en tono sarcástico.
Omar
sólo sonrió e hizo una mueca. Preguntó: —¿Qué procede?
Dan
se quedaría en custodia con Omar y les dije que se fueran a la casa de
seguridad, que los alcanzaría luego. Me dejaron en la estación de Metro
Esperanza.
Dentro
del vagón le mandé mensaje a Lú Méndez «Necesito verte en 15»
Respondió:
«Ven».
***
Tadeo
me reclamó en mensaje sobre la muerte de Daniel. Dijo que un tal Duvan Vásquez
lo fue a ver y lo amenazó que no estuviera dando información. Me hizo culpable
de todo y que si algo le pasaba, él iba a regresar de ultratumba para hacerme
la vida imposible.
Le
pregunté por ese tipo que mencionó, pero sólo me contestó que nunca pisara de
nuevo su Wilk... Entendí el mensaje, a Tadeo le desagrada que le digan así a su
Wilkommen. Eso era un mensaje....
Salí
del Metro y llegué directo al departamento de Lú. Le puse al tanto de lo
sucedido. Además de que me investigara a Duvan, no hizo falta nada, ella sabía
que era tatuador en el Centro Norte. Me dio el número telefónico de alguien de
confianza a él para que me acompañara a verlo. Después de ello, nos quedamos
platicando de otras cosas, pasé la noche ahí.
Al
día siguiente Lú ya me tenía toda la información que necesitaba.
—Te
debo una... —Dije.
—Ya
son varias... —Respondió.
Afuera
de su casa tomé el teléfono para comunicarme con la chica que conoce a Duvan.
—¿Hola?
¿Eres Paola Ximena Mendez?
***
Me
quedé de ver con Paola en la Plaza Principal, en la exposición al aire libre de
Calaveras y Calaveros, escultores de varias partes con su interpretación de la
muerte y su folklore.
Recibí
mensaje de Omar: «Un tal Feer Gump Aguilar así lo encuentras en Facebook, tiene
información para ti, hermano. Todo bien por acá.
Mientras
leía Paola se acercó y me saludó con sus ojos aceitunados. Le sonreí diciendo
que Lú me dio su número... ella me interrumpió diciendo: —Los enemigos de mis
enemigos, son mis amigos. —Me sonrió.
***
—¿Te
contactó Janet entonces?
—Así
es... —Respondí a Paola.
Estuvimos
caminando entre las esculturas, ante un sospechoso, ella se juntaba a mí para
tomarse una selfie y estar dando vueltas en círculos para observar con la
cámara frontal de su teléfono, al no existir movimientos, volvíamos a caminar
sin problemas.
—Te
puedo llevar con Duvan —dijo—... pero debes saber que no es un tipo sencillo, a
él lo contratan como a ti, son parte de la misma moneda...
—¿Pero
de caras distintas?
—No
—se acercó mucho, con tono serio dijo— son del mismo lado, solo que con
contratos distintos.
Salimos
de la exposición, me tomó de la mano y se me acercó actuando en una risa para
decirme: "Hazle como si me amaras, nos siguen."
Actuamos
"felices" hasta llegar a la estación de Metro Centro, comenzamos a
perdernos entre la gente, tomamos vagones, bajamos, transbordamos... hasta
ponernos fuera de la mira. —Iremos con Duvan ahora. —Dijo.
Omar
intentó comunicarse, pero apagué el teléfono por tener baja batería. Solo le
mandé un mensaje con la palabra «Off».
El
Barrio del dragón, como conocen a la colonia Olimpo. Bajamos del colectivo
rumbo al estudio de Duvan.
El
«Oztoc» tenía toda esa facha clandestina y contracultural de un estudio de
tatuajes. Olores a inciensos y una atmósfera, extrañamente acogedora. Paola
ingresó a la puerta del fondo pidiendo que la esperara. Me quedó observando los
diseños, me atrapó el de una sirena tomando a un cuervo y bebiendo de su
corazón...
—¿Te
gusta? —Dijo Duvan saliendo de la puerta del fondo.
Me
pidió acercarme y cruzar con él esa puerta. Del otro lado estaba el área de
trabajo y su oficina personal. Paola se dirigió a mí, me dio un beso en la
mejilla y dijo: —Dile a Lú que estamos saldadas. —Guiñó un ojo y se fue.
Me
quedé con Duvan a conversar.
—¿Te
puedo ofrecer algo de beber? ¿Mezcal? ¿Vino negro? ¿Sangre de poetas?
—Un
tomacorriente... necesito cargar mi teléfono.
***
—¿Carnalito?
—Me comuniqué con Omar— ¿Siguen ahí?
Me
contestó que sí, solo eso, a lo cual respondí: —Voy.
Colgué.
Tomé de nuevo el Metro, esta vez con un par de transbordos extra. Subí al
departamento toqué la contraseña y Omar abrió.
—Carnal...
¿Qué pedo? —Dijo Omar.
—Ha
sido un día complicado... ¿Prepararon algo de comer?
—No,
su majestad... le estábamos esperando. —Dijo Dan desde el comedor mientras
comía un sándwich.
Nos
sentamos en la mesa, Omar sacó unas cervezas, les comenté de toda la
información que obtuve.
—¿Ya
me puedo ir? —Preguntó Dan.
—¿Por
qué no la dejamos ir? —Dijo Omar— Es... difícil de tratar.
—¿Crees
que esta Serpiente hubiera sobrevivido con un carácter bonito?
—Vale,
vale... —dije— ella me acompañará desde ahora.
Antes
de dormir, Omar y yo nos quedamos cerca de la ventana fumando. Dan ya estaba
encerrada en su habitación provisional. —¿Entonces, hermano? —Preguntó Omar.
—La
sirena sigue con vida...
—Pero
eso no fue por lo que te llamaron, ¿o si?
—Primero
la Sirena... luego ir por el cardenal.
***
Dan
y yo salimos temprano en la moto de la casa de seguridad. Fuimos rumbo a la
zona Sur, en los suburbios Allegro.
A
la entrada de los suburbios decidí llamar a Omar para que se pusiera en
contacto con Feer, el tipo de facebook, y que lo citara para ese día en la
tarde en Congo del Centro. Aceptó.
—¿Qué
hacemos hasta acá? —Preguntó Dan.
—Voy
a intercambiar una serpiente por una sirena...
—¿Qué?
—Es
broma...
—¡Chinga
tu madre!
Nos
echamos a andar buscando la calle Sur13, casa 45. Los suburbios son grandes
casa, residencias muy al estilo californiano, casas bonitas y de mucho dinero.
Para ese momento sabía que más de una cámara de seguridad ya nos tenía en la
mira. Al llegar a la dirección correcta, estacioné la moto cerca del portón de
entrada, toqué el intercomunicador, una voz de mujer habló.
Solo
dije: «El reloj de arena...»
La
puerta se abrió y la voz del intercomunicador dijo: «Mete la moto».
—¿A
quién venimos a ver? —Dijo Dan.
—Se
le conoce como Thereverend Owen pero es la Gran Madame...
—¿Artemisa?
—La
misma diosa...
Dejamos
la moto en el andador, un tipo vestido de rojo y negro se acercó para pedirme
las llaves y me revisó con un scanner, le dije que traía una navaja y la
pistola con munición dentro del equipaje de la moto. Revisó todo, se dio cuenta
que no mentí. Tomó su radio e informó. Luego revisó a Dan y ella tenía algo que
activó el scanner al pasarlo por sus piernas.
—Me
temo que le tengo que pedir que muestre qué tiene...
—¿Quitarme
los pantalones frente ustedes? ¡¡Nunca!!
—No
podrán pasar.
—Eso
le dicen a todas, ¿no?, es su forma de ver mujeres desnudas para su fiesta a
solas —Le dice un ademan con su mano.
—Entonces...
—una voz femenina se escuchó desde lejos— hazlo frente a mí.
Artemisa
se acercó a nosotros de manera altiva, en casa paso demostró esa superioridad,
exigió en su andar ser tratada como diosa.
Estando
con nosotros pidió solo una vez de manera sencilla que Dan mostrara lo que
activó el scanner.
Ella
se desabrochó y sacó una correa con una navaja, la entregó a Artemisa. Una pequeña
navaja, pero letal, con empuñadura de serpientes.
—¿Tan
difícil era? —Dijo Artemisa, le devolvió su navaja y pidió que la siguiéramos.
Dentro
de la casa con un diseño muy sofisticado, nos llevó a la biblioteca. En lugar
le pude explicar todo hasta el momento y le dije al final: —Tienes de mí 3
favores, 3 favores por ella...
Dan
me miró extrañada. Artemisa sonrió, dijo: —No sé cómo piensas ni qué harás,
pero estás ofreciendo 3 favores por ella. ¿Estás seguro?
—Sí,
muy seguro.
Artemisa
tocó una campanita, otro tipo vestido igual que el primer guardia entró a la
habitación. Le dijo palabras en ruso... el tipo respondió en el mismo idioma.
Artemisa se disculpó, dijo que tenía otros asuntos que atender, pero que éramos
sus huéspedes.
Cuando
se abrieron las puertas de la biblioteca entró Yessica... me levanté.
Fuimos
al comedor a disfrutar de algo de comer, ahí estábamos los tres, Yessica, Dan y
yo. Entre risas y anécdotas Artemisa entró con alguien, nos presentó:
—Él
es Arturo Lopez y es mi mano derecha, estará a cargo estos días, debo salir de
viaje. Pero de él van a recibir indicaciones... debo retirarme, hay negocios
que atender.
Antes
de irse, me observó directamente: —Por ahora ve... pero recuerda que tienes 3
favores pendientes conmigo.
***
Me
despedí de Yess, quería acompañarme, pero era mucho mantenerse ahí por el
momento. Nadie se iba a arriesgar a meterse con Artemisa. Nos dimos un abrazo y
me pidió que volviera con bien, le dije que sí, que Artemisa no iba a dejar
pasar la oportunidad de darle esos 3 favores.
Al
salir de la casa me encontré a Dan... —¿Tanto vale ella?
—Sí...
—¿3
favores?, vaya... y nadie me ha abierto la puerta al salir.
—Son
cosas diferentes...
—¿Ya
nos vamos?
—Sólo
él... —dijo Arturo interrumpiendo.
Llegó
con una chica y volvió a repetir que sólo yo saldría. Explicó que Dan también
se iba a quedar en La Luna... que Artemisa así lo había pedido.
—Ah,
pero no te vas solo... ella es Cecilia Larregui ...te acompañara de ahora en
adelante, debemos cuidar nuestra inversión.
Cecilia
me arrojó las llaves de la moto, dijo: —Arre, vamos...
***
—¿Hermanito?
—Le marqué a Omar— el plan sigue en pie. Así es, sí. Donde quedamos. Ajá, sí...
no, no... uno más. Ciao.
—¿Quién
era? —preguntó Cecilia.
Le
respondí que mi contacto con quien nos veríamos en el Centro junto con el
informante.
—No
muchos deben saber lo que hacemos...
—¿Entonces
no lo puedo tweetear?
Cecilia
me observó enojada, una vez más mis nervios actuando con bromas malas; algo me
decía que eso no iba a acabar bien.
Al
llegar al Congo, Cecilia entró y tomó asiento cerca de la puerta. Me di unos
minutos para encender un cigarrillo y mandarle mensaje a Omar de que estaba en
el lugar. Me dejó en visto, estaba por llegar.
—¿Carnalito,
cómo vas? —Me saludó Omar.
Llegó
caminando con una playera de Boba Fett, gafas de sol y unos jeans negros,
también una pequeña maleta en forma de cámara fotográfica. Le observé y dijo
tocando la bolsa: —Nunca se sabe cuándo puedo tomar buenas fotos.
Entramos
al lugar, nos pusimos a esperar al Feer... entre conversaciones y café Omar me
preguntó por la Sirena, le dije todo, la custodia de Artemisa y la sombra de
Arturo.
—¡Oye!,
Esa vieja... la Serpiente, no mames, qué pinche carácter tiene.
—¿Tan
mal estuvo? —Dije
—Lo
que le sigue...
Entre
bromas más, recuerdos de mujeres que ya no deben ser mencionadas por temor a
invocar a los muertos....
—¿La
Sirena es...? —Preguntó.
—Sí,
hermano.... ella es la clave para el Protocolo 21.
—¿Disculpen?
—Nos interrumpió la mesera— el tipo de allá me dijo que les preguntara si
ustedes no están comprando aves canoras.
Supimos
que era nuestro hombre.
—¿Eres
El que vende cardenales? —Le pregunté a ese tipo que llegó como si fuera a
trabajar en su computadora dentro del Café.
—Solo
tengo uno... —dijo— creo te interesa.
Nos
sentamos con él, Feer. Nos comentó que él trabajó en el diseño y logística de
la Pandilla 69, de ahí que le llegó bastante información hasta que
"disolvieron" la agrupación... de ahí fue un diseñador free lance
para el crimen organizado, sobre todo manejo de redes y bots, difundir
ínformación falsa...
—Entonces
ya nos revisaste —interrumpió Omar.
El
tipo nos miró a los ojos y nos comenzó a decir nuestros "curriculums"
y los oficios que llevamos para ocultar nuestra verdadera identidad.
—Vamos
al grano —dije— he tenido dolores de cabeza estos días.
Feer
comentó que el Cardenal se encontraba en custodia de un grupo nuevo, no sabía
mucho de él, pero de vez en vez el líder de los Lobos iba al Wilkommen a
recrearse. Es de los clientes más modestos de Mr. Bradshow, siempre bajo el
radar y sin hacer derroches. Es lo único que se sabe de él.
—¿Y
Daniel? —Pregunté.
—Él
estaba en la nómina de Los Lobos, al parecer el secretismo es lo más
importante, sobre todo, incluso, de sus miembros. Por eso es bastante difícil
rastrearlos.
—¿Y
por qué la ayuda? —Preguntó Omar
—He
estado en varias cosas —Dijo Feer— no me da miedo hacer lo que hago, sé que la
muerte ya me perdonó varias... pero le temo a una persona. —Tomó su tiempo— Le
dicen la Mano, él está encima de muchas cosas, incluso se piensa que La Mano so
varios usando ese nombre, no lo sé, ni yo siendo yo sé de ello... pero me mandó
esto...
Nos
mostró su teléfono con un correo electrónico:
«AYUDA
AL CUERVO A ENCONTRAR A SU CARDENAL... LA MANO»
—Podré
meterme con Dios... pero nunca con La Mano. —Dijo Feer.
Omar
y yo nos miramos, sabíamos de esa persona, creímos que eran rumores para
ahuyentar a los novatos en las calles.
Le
preguntamos a Feer qué más tenía para nosotros... respondió con el horario del
líder de los Lobos, que la forma de reconocerlo es que pide su bebida con dos
aceitunas, pero come una y la otra la deja en el palillo sobre la mesa, así con
todas las veces. Es lo único que lo distingue, eso porque hablado con meseros y
siempre les dejan una mesa así, pero no se sabe quién es.
—¿Qué
más se sabe de estos Lobos? —Pregunté.
—Dicen
que es el grupo de golpe que quiere llegar a La Mano...
—Y
para eso necesitan al Cardenal. —Interrumpió Omar.
Feer
asintió con la cabeza. Luego nos dio una tarjeta de crédito negra.
—Llegó
esto a mi casa, que según creía era de alta seguridad, y con la nota «Para el
Cuervo». Me imagino que con eso tienes recursos ilimitados para tu búsqueda.
Tomé
la tarjeta, la guardé discretamente... —¿Qué papel juega Janet acá? —Pregunté
para luego darle un sorbo a mi café.
—Janet
tuvo el papel de ponerte en juego... aunque sabrás de ella más adelante. Solo
eso te puedo decir por ahora, pero tampoco que confíes en ella.
—¿Y
por qué inculpar a la Serpiente?
—Dicen
que en su piel tiene un tatuaje en su espalda con mensajes ocultos... no se
sabe quién dispuso de su cuerpo, pero debe ser una mente retorcida.
—¿Mensajes?
—preguntó Omar.
—Son
acertijos visuales... incluso si tengo acceso a su tatuaje no sabría cómo
decodificarlos.
—¿Por
qué trabajaba el Wilkommen?
—Es
el lugar más seguro... bueno, lo era.
Le
agradecimos a Feer, le dije que pagaría la cuenta con la nueva tarjeta. Le
guiñé un ojo.
Estando
afuera le di las llaves de la moto a Omar para que me diera las del automóvil.
Nos fumamos un cigarrillo mientras ponía al tanto a Arturo. Le dije que
necesito que la Serpiente venga conmigo. Me pidió pasarle el teléfono a
Cecilia. Ella preguntó dónde estaría, le dije que me hospedería en el Hotel
Magnum Central, que preguntara por el Señor Diaval. Colgó el teléfono.
Cecilia
dijo que nos encontraríamos en una hora.
Me
despedí de Omar y le dije que se mantuviera cerca. Se despidió con un «Aún
tenemos pendiente el estreno de Star Wars IX, carnalito.»
Luego
me dio su cámara...
—Ten,
por si quieres tomar fotografías... la necesitarás, veo que te llevarán una
Serpiente. —Se echó a reír.
—Eres
un pendejo...
***
Esperando
en el lobby del Magnum, encendí un cigarrillo mientras tomaba un whisky seco,
tuve minutos para pensar en todo lo que ha ocurrido desde que recibí esa
llamada. El humo del cigarrillo me tranquilizaba un poco, desplazarse por el
ambiente; la música jazz del lugar cerraba el momento perfecto.
Arturo
llegó haciendo presencia, llamando la atención mientras caminaba por el pasillo
central del Magnum, con su bastón blanco y un remate de una luna en el pomo.
Entró de manera áulica, era de esperarse, cuando me registré les comenté que un
mensajero de Artemisa vendría, preguntaron por Arturo y desconocía si él
vendría. Me contaron rápido que llegó a ser un administrador del Magnus antes
de que Artemisa lo cooptara. Entiendo porque entró de esa manera.
Se
hizo acompañar de Cecilia y de Dan. Al acercarse tuve esa necesidad de ponerme
de pie, suspiré profundo y me levanté para darles la bienvenida.
—Te
agradezco que me hayas informado y que no te hayas guardado nada. —Dijo Arturo—
Me molestan los secretos que no me convienen.
—Tengo
un pacto con ustedes, voy a respetarlo.
—Esto
no se cuenta como un favor, eh, acabando todo esto comenzará el conteo, por el
momento —observó mi trago— disfruta de tus beneficios.
Cecilia
se acercó junto a Dan, pregunté si ella seguiría de sombra. Arturo comentó que
estaría cerca por si la necesitaba, me pidió mi teléfono y en la agenda de
contacto colocó el número de ella.
—Estará
cerca... no tanto, pero muy cerquita... ehmm ¿Señor Diaval?, qué nombre tan
original, eh. —dijo de modo sarcástico.
Se
retiraron como llegaron, de manera áulica. En breves segundos se acercó un
empleado del Magnus y me entregó una pequeña caja de roble con un habano
dentro, la caja tenía marcado el emblema del hotel. Le comenté que no había
pedido eso, pero el empleado respondió: —Es cortesía de la casa, si un huésped
recibe la visita de Arturo es porque es un huésped distinguido. —Se retiró.
Dan
se quedó de pie conmigo, aunque de inmediato se sentó con los brazos cruzados y
muelleando una pierna, su rostro expresó su incomodidad.
—¿Tan
malo te parece esto? —Pregunté.
—Me
caga que me traten como si fuera una pinche muñeca... ven acá, quédate acá, no
te muevas, ven con nosotros. ¡No soy juguete de nadie!
Guardé
silencio, me senté por completo en el sillón. Encendí otro cigarrillo y lancé
una enorme bocanada de humo.
—No
eres una muñeca ni juego de nadie, Dan, lamento que así se haya tomado, pero
debía cuidarte... Sé que no debí hacerlo tan así, es más, ni siquiera el de
decidir por ti. —Me incorporé por mi trago— Ten en cuenta que debíamos saber
que estaba pasando. Me disculpo por la forma... pero no me arrepiento de haber
tomado esas decisiones. Fue algo instintivo, si quieres, aunque eso no me
justifica ni pienso hacerlo. —Le di un sorbo a mi trago— ahmm... ya ni sé qué
digo, Dan —La miré directo a los ojos—... pero discúlpame, creí hacer lo
correcto.
Dan
guardó silencio, dejó su rostro oculto como mirando al lado contrario donde
estaba, hizo una mueca y se dirigió a mí: —¿No me vas a invitar un trago?
—Sonrió con esa sonrisa lucífera, le respondí igual.
***
Subimos
a la habitación, el lugar bastante lujoso, aunque con paredes a prueba de
sonido y con ciertos aditamentos que no cualquier hotel tendría; era parte de
ostentar la calidad de Magnum.
Le
acerqué una tablet a Dan con el catálogo de ropa que pueden brindar en el
servicio, le dije que pidiera una muda de ropa, que no se preocupara, que
alguien nos apadrina.
Se
sentó en la mesita junto a la ventana, comenzó a revisar las fotografías y de
inmediato pidió algo. También ordenó servicio a la habitación.
Sentado
en el sofá, con la cabeza echada hacia atrás, cansado, en silencio. Dan me dijo
que se iba a tomar una ducha, le dije que aquí estaría.
Mientras
Dan tomaba su baño me puse a revisar mis mensajes, le mandé uno a Omar para
decirle que todo estaba bien.
Tantas
cosas pasaron por mi cabeza, incluso, esa vez en Monterrey y el trabajo de
limpieza que hice, pensé que desde aquella ocasión fue cuando comenzó todo
esto. Pasé varios minutos pensando y atando cabos con toda la información de
ahora. Ya no se escuchaba la ducha, al parecer Dan dispuso de la bañera, las
sales aromáticas lo confirmaron.
Tocaron
a la habitación... fui a abrir la puerta y un empleado pidió pasar, dejó en el
mueble de madera dos bolsas grandes con ropa, preguntó si quería que las
colgara en el clóset a lo cual dije que no importaba. Al salir hizo un ademán
para que pasara el carrito con el refrigerio que también ordenó: Cerezas, uvas,
jamón serrano con melón y algunos quesos con panes de centeno y trigo negro.
Les
dije a los chicos que colocaran el 20% de propina en la cuenta. Aceraron un
dispositivo y le colocaron la tarjeta. Agradecieron y se retiraron.
Dan
gritó desde el baño si todo estaba bien... le respondí que llegó lo que pidió.
—¡Excelente!,
también ordené ropa para ti.
Me
hizo pensar que mis ropas tenían algo de malo, pero llevaba dos días sin
cambiarme. No me di cuenta de ello por tanto movimiento.
Me
volví al sillón, encendí un cigarrillo más y me dije: —He estado fumando
mucho... —le di una bocanada grande echando la cabeza nuevamente para atrás.
Dan
salió del baño diciendo que pidió algo ligero para cenar, pero con buen gusto.
De inmediato se fue a ver la bolsa de su ropa, bajó el cierre y dentro estaba
todo el conjunto que pidió, desde ropa interior hasta zapatos.
Escuché
como ella sacó las cosas y las puso en la cama. Me preguntó si no voy a tomar
una ducha... me incorporé diciendo que un minuto iba, pero ahí estaba ella
desnuda, dándome la espalda, su figura serpentina y sinuosa con ese tatuaje en
la espalda, por fortuna tenía una toalla en el cabello que me permitió
observar. Tenía razón Feer, es una suma de símbolos estéticamente colocados en
su espalda, un trabajo de un artesano... sin percatarme, Dan me miró sobre el
hombro y liberó su cabello, uso la toalla para taparse el cuerpo.
—¿Te
gustó lo que viste? —Lo dijo de forma retadora.
Salí
del trance, apagué el cigarrillo y le sonreí. Le dije que tomaría una ducha.
Llegando al baño Dan me comentó que había secado la bañera porque no sabía si
era tan pervertido como para tocar el agua que usó para lavar su cuerpo. Solo
moví mi cabeza sonriendo.
Me
revisé en el espejo, tomé una de las navajas de afeitar y crema, me limpié el
rostro; limé mis uñas un poco, cepillé los dientes y al terminar tomé una
ducha, la necesitaba, fue tan relajante sentir el agua caliente por mi cuerpo,
sentí que la tensión se iba momentáneamente.
Al
colocarme la toalla pensé que clase de ropa me había comprado Dan. Me atreví a
salir así, ya que, si la vi desnuda, creo que lo menos que podía hacer era
perder un poco el pudor y vestirme tranquilamente. Tomé mi ropa usada y la eché
un tacho grande. Al salir Dan estaba sentada en penumbras fumando en el sillón
con un trago de whisky en las manos. Al fumar se podía iluminar su rostro que
destiló una mirada lasciva, ella seguía desnuda, ahí, acechando en la
oscuridad.
—¿Quieres
tomar algo? —Preguntó Dan.
—Lo
mismo que tú...
Ella
derramó un poco de whisky en su cuello. Me acerqué lentamente en la oscuridad.
De frente a ella le dije que si estaba consciente de que tal vez mañana nunca más
nos volveríamos a ver.
—Razón
de más... —y derramó un poco más de whisky.
Sentí
en la lengua el sabor de la bebida junto con el aroma de su piel acanelada, era
un líquido tibio que se impregnó en mi boca; ella retiró la toalla de mi cuerpo
y con sus manos tocaron mi cintura, fueron directo hasta mi entrepierna y me
acarició, sintió en sus manos como la excitación comenzaba a hacerse presente.
Bajé un poco más el cuerpo para seguir bebiendo... le dije que quería un trago
más. Derramó más whisky desde sus senos y bebí de ella, hincado, frente a Dan,
abrí sus piernas para beberle, dejar que mi lengua se inundara de su sabor.
Besé
su sexo, lo besé tiernamente salvaje, mi lengua se desprendió de mí para
convertirse en una serpiente al reclamo de su reina; Dan quería cerrar las
piernas en el placer, pero no le permití, las subí sobre los posabrazos para
disfrutar por completo del manjar de la Reina de las serpientes. Cuando sus
jadeos ya iluminaban el ambiente, le tomé del cuerpo para llevarla a la cama,
la dejé caer suave y me tendí sobre ella para besarnos largamente, disfrutarnos
en cada beso. Sus manos recorrieron mi espalda, cuello, tomaron mi cabello y no
me soltó. Los besos eran más intensos, fuertes, nos mordimos en el camino al
éxtasis. Nos encontramos lujuriosos, convocando pecados en cada caricia; bajé
mi mano desde su boca, con un debo bajando en una caricia hasta el valle de sus
senos, regresé a su boca para que lo mojara y volví a bajar hasta su vientre,
más abajo, entre sus piernas, y con ese dedo mojado le acaricié suavemente esa
otra boca que se guarda, delineando sus labios, recorriendo esa humedad
palpitante hasta que le penetré con ese dedo, otro más, observé su delirio, se
arqueó y en un gemido le besé para colocarme encima, ser yo quien le penetrara,
me recibió con sus piernas, me envolvió con ellas, me tomó del cabello y
comenzó a mover sus caderas, respondí ante ella y le penetré en un vaivén duro,
fuerte, profundo. Dan se liberó de mí, se giró quedando bocabajo, tomé una
almohada y la coloqué debajo de sus caderas, observé ese tatuaje, lo recorrí
lascivamente con las manos hasta aferrarme a sus caderas y volverla a penetrar,
las figuras en su espalda parecían vivas, ellas me tomaron, me ataron al deseo
de ella, enloquecí y se reflejó en cada embestida a su cuerpo, duro, muy
fuerte, empujando todo mi cuerpo como si quiera entrar en la carne de Dan. Los
gemidos rasgaron toda la habitación, las sábanas estaban inundadas de nosotros
y la cama volaba con cada movimiento que proferíamos. Dos seres salvajes
provocando a la lujuria hasta sus últimas consecuencias.
Se
nos desbordó el cuerpo, nos llenamos de espasmos, caímos abrazados con besos
que sellaron ese encuentro, caricias para calmar y encontrar nuestras
respiraciones que llegaban entrecortadas, como si ese orgasmo nos hubiera
removido el alma.
***
Después
de un momento nos sentamos desnudos a comer un poco del refrigerio, seguíamos
platicando de varias cosas afuera de lo que hemos vivido los últimos días, era
como si hubiéramos hecho una tregua, sabíamos lo que va a ocurrir mañana y
decidimos no pensar en ello, vivir una noche como personas normales disfrutando
del momento.
***
Al
irnos a dormir no dejé de pensar en el tatuaje de Dan, estando con ella en la
cama sentí que esas figuras cobraron vida, me sentí atrapado. ¿Qué secreto
guarda la Reina de las serpientes?
***
La
mañana se nos fue en hacer llamadas, mandar mensajes, descansar un poco.
Tomé
el teléfono de la habitación y pedí que viniera un mensajero negro en cuanto
sea posible junto con dos teléfonos celulares de buena resolución y con chip
sin rastro
Coloqué
la carta dentro de un sobre carmesí, lo sellé y coloqué una nota con
instrucciones. Al llegar a la habitación el mensajero, sin hacer preguntas,
tomó la carta, entregó los teléfonos y se fue.
Encendí
uno teléfono, tenía carga de batería. Hice algunos ajustes; hice lo mismo con
el otro y le dije a Dan que necesitaba una foto de ella... solo se remitió a
decirme en tono burlón que ya la iba a poner de fondo de pantalla o que usaría
la fotografía para esas noches de soledad.
Fui
al escritorio, encendí un cigarrillo junto con el suspiro de ya he fumado
mucho.
Pasando
más de mediodía salimos del Magnum, con las ropas nuevas, con lo poco que
teníamos. Lo demás lo dejamos para que fuera incinerado.
Nos
fuimos en el auto a dar vueltas en la ciudad, el segundo lugar más seguro era
estar en movimiento, seguir hilando pistas, tener la certeza de que en esa
noche tendríamos suerte porque la necesitábamos, nuestra vida pendía de un
volado y la moneda ya estaba danzando con el azar en el aire, esperando a
revelar su dictamen.
Mandé
un mensaje con nuestra localización y una ruta trazada, junto con el mensaje a
Cecilia: «Semáforo rojo, entrega de teléfono. Discreto. Instrucciones dentro»
En
unos 20 minutos nos alcanzó en el lugar marcado, Dan bajó la ventanilla y le
entregó el teléfono.
—¿Por
qué tantas vueltas a esto? —Preguntó Dan.
—Me
relaja manejar... y entregar teléfonos.
Al
caer la noche nos dirigimos al Centauro, un bar de jazz de la zona Este a
esperar a Omar y a Cecilia.
Le
comenté a Dan el plan, le hablé sobre los Lobos y su líder, saber si no había
notado algo raro en sus presentaciones dentro del Wilkommen.
—Ahora
que lo mencionas —dejó su trago en la barra— cuando me presentaba... bueno, es
complicado de explicar, pero estando ahí, con las luces, sentía poder, sentía
que dominaba a las personas sin que yo las mirara. Al momento de tomar el
micrófono, cantar, sentía que les robaba el alma... eran míos y me alimentaba
de ellos —sujetó su trago entre las manos— pero... había días en que me sentí
acosada, alguien detras de las luces me acosaba con la mirada. Nunca era un
lugar en específico, era cambiante, pensé que eran cosas mías, que estaba
perdiendo el "toque", algo. Les preguntaba a los Wilkos si habían
atendido a alguien raro... aunque... en la dirección donde sentía esa mirada
—me observó directo—... siempre dejaban aceitunas en un palillo.
Dentro
de mí pensé: «La cacería de lobos comenzó...»
Omar
me mandó su localización, estaban en posición.
—¿Entonces
debo hacerlo? —Preguntó Dan.
Asentí
con la cabeza: —Por favor...— Dije.
Dan
se acercó a la banda de jazz, les pidió cantar con ellos, dio algunas
indicaciones y los músicos no pudieron negarse ante ella.
La
trompeta, el piano comenzaron a desfilar para darle la mano a Dan cantando Baby
Doll con su voz tersa y grave; Bessie Smith estaría sentada fumando un poco
escuchando esa canción en la voz de la Reina de las Serpientes. Comencé a
grabar en vivo por el teléfono sólo para el perfil de Facebook que hicimos
especialmente para ese Lobo.
Con
una buena propina y la bendición de Mr. Bradshow, encontraron al tipo con
aceitunas en los palillos, Cecilia se acercó y solo colocó el teléfono
reproduciéndose frente a ese tipo que se aguardaba entre sombras. Se inclinó
hacia adelante, quedó embobado...
Omar
mandó mensaje, solo dos emojin: Una corona y un lobo.
Dan
estuvo magnífica cantando, la gente en el Centauro le aplaudió de pie y con
silbidos. Corté la transmisión al enfocar el nombre del lugar sobre la barra.
De inmediato mandé mensaje al teléfono que tenía ese tipo. Tenía la certeza de
que al recibirlo vería la fotografía de Dan en el perfil.
«¿Te
gustan las serpientes?»
El
mensaje fue leído.
***
Dan
se sentó nerviosa a un lado mío, le asentí con una sonrisa que el plan surtió
efecto. Le pedí al barman que nos llevaran nuestros tragos a una mesa, nos
dispusimos a esperar la llegada del Lobo.
Omar
mandó mensajes, que intentarían seguirlo, pero les dije que no lo hicieran; las
nuevas instrucciones fueron que él debía estar oculto a unas cuadras antes de
mandarle mensaje para Cecilia. Intentó darme características de ese Lobo,
aunque, en mi instinto, sabía que ese tipo se estaría cambiando de ropa en el
trayecto. Lo mejor que podíamos hacer es seguir el rastreo del teléfono que se
le dejó.
El
ambiente se inundó con Body and Soul, permanecimos en silencio, fumando,
tomando, en silencio, relajados, pero con ansiedad dentro se nuestros cuerpos.
Observé
mi teléfono, se estaban acercando. Un emojin a Omar: un lobo. Minutos después
entró Cecilia, buscó la barra y estuvo muy poco tiempo ahí, de inmediato
alguien se le acercó y comenzaron a coquetear.
Me
levanté del lugar, limpié lo más que pude y dejé Dan sentada. Fui a sentarme a
la barra para esperar, el barman preguntó si todo estaba bien y le respondí:
«Mujeres, ya sabes, se enojan fácilmente. Se enojan si hablas y se enojas si no
hablas.» Se sonrió y me invitó un mezcal.
En
la puerta entró un tipo con aire prepotente acompañado de otro tipo, parecía su
sombra; quien entró primero lo llegué a reconocer, era un matón a sueldo, un
mercenario que hace tiempo llegué a observar en una fotografía sobre un trabajo
en Tlaquepaque, nunca lo vi, en ese entonces ese trabajo se cayó, pero nunca
olvidaría el rostro de Eliseo Ek y eso fue lo que alertó.
Eliseo
se acercó a una mesa con su sombra, de tal manera que podían observar
discretamente el escenario, pero sobre todo observar a Dan. El mesero estaba
por acercarse cuando le tomé el brazo, le puse un billete y le dije que solo
llevara bebidas específicas con dos aceitunas en un palillo, también le dije
que cuando ordenara un whisky con agua mineral era la señal para que fuera
donde Dan y le dijera si no quería acompañarnos en la mesa.
Tomé
el atrevimiento de sentarme en su mesa sin obstruir su visión. De inmediato me
dirigí hacia el guardaespaldas.
—¿Por
qué un Lobo anda con piel de sombra?
Eliseo
se dirigió a mí como si fuera el jefe, pero ese tipo lo detuvo con un ademán de
la mano. Mi hipótesis fue correcta, ese tipo era el verdadero Lobo.
Al
acercarse el mesero entregó las bebidas, momento en que ellos supieron que
fueron estudiados.
—Veo
que alguien llegó con la tarea hecha. —Dijo el tipo.
—Creo
que ya sabes quién puedo ser, ¿no?, sé que lo sabes, debes conocer bien el
"mercado".
—No
lo niego, una vez estuve tentado a pedir tus servicios... pero los Lobos no nos
llevamos bien con los cuervos.
—Eso
dicen... ¿Será porque los lobos cazan cuervos?
—Estás
jugando con fuego...
—Me
gusta el fuego.
Continuamos
nuestra conversación, un poco golpeada, como sondeando el terreno, varias
indirectas hasta le hice una seña al mesero, ordené. Al Lobo propuse ir al
grano justo en el momento en que observé su rostro cambiar un poco, ese rostro
es la marca que provoca Dan.
—¿Qué
están tomando? —Preguntó y se sentó con suma sensualidad frente al Lobo.
—Les
presento... ella es...
—La
reina de las Serpientes —Dijo ese Lobo interrumpiendo y sostuvo las manos de
ella como si fuera una diosa y él se postraba a sus pies.
—¿Entonces?
—dije— ¿Podemos hablar bien?
El
Lobo se reveló como Andrés CazPer líder de los Lobos, por fin, desde hace
muchos días se tenía certeza de quien era, su identidad fue mostrada, aunque se
sintió confiado, pero un mesero se acercó y le entregó un papelito con su
nombre escrito en el dibujo de la luna.
Se
sorprendió, le expliqué que al fondo del lugar había una cazadora de Artemisa,
que a pesar de ser calladita, sabe leer muy bien los labios.
—Sabemos
que ha pasado acá —dije—, tu mayor fuerza era tu identidad oculta, ya sabemos
los necesarios. No es amenaza, Andrés, pero sabes que me estoy esforzando mucho
para esto. —Tomé mi trago— He tenido días largos últimamente... quisiera
descansar.
—¿En
Paz? —Interrumpió molesto, con los dientes aprentados.
—Si
muero... solo eso, un cuervo más en las fauces de un lobo, ¿pero y tú?
—¿Qué
quieres?
—¿Quién
es el Cardenal?
—Mira...
si te revelo su nombre estarás abriendo una puerta que nunca más se volverá a
cerrar.
—Estoy
consciente...
—Debo
advertirte que hay nombres que no deben ser mostrados, pero ese cardenal puede
que cante uno, el que se necesita para romper toda la fragilidad de esto.
¿Crees que esto funciona en caos? Todos somos engranes ocultos en esta otra
maquinaria de la realidad. Hay personas que se levantan para ir por el pan,
quejarse en twitter, compartir memes, trabajar, vivir hasta morir... pueden
pasar así la vida sin que se den cuenta de nosotros. Tú vives al margen,
quieres una vida normal, pero te tengo noticias cuervito: Nunca será así. —Tomó
su trago quitando una aceituna— Desde ahora ya no hay regreso.
Dan
me observó discretamente y denotó su incomodidad.
—A
estas alturas —dijo Andrés— Me gustaría una canción... —observó a Dan con ese
rostro cautivado— Por favor, Tell me more and more and then some...
Aceptó,
el escenario la recibió enormemente, el ambiente tenía un aire seductor,
hermoso pero increíblemente peligroso. Dan cantó como si fuera lo último, sabía
que el ambiente estaba tenso. La ovación no se hizo esperar... entre los
aplausos, Andrés dejó un papelito en la mesa, se levantó, pero Eliseo sacó un
arma y estuvo por dispararme en el mar de aplausos. Dan observó, gritó. Un
disparo vestido de euforia. Eliseo se llevó la mano al hombre derecho. Andrés
estuvo por sacar su arma cuando Omar gritó: —¡Han Solo ha llegado!
La
escena se puso más tensa. No hicieron falta más palabras, Andrés señaló con la
mirada el papelito de la mesa y se fueron lentamente. Salimos nerviosos, Omar
primero, fui por Dan y le tomé la mano, deje unos billetes en la barra por los
tragos y el altercado, Cecilia fue la última en salir cubriendo nuestras
espaldas. Estando afuera tomé el papelito, escribió un nombre:
«Yorleni
Mendoza»
***
Dentro
del automóvil le pedí a Dan que abriera mi Whatsapp, buscará al «Sabueso» y le
mandara el nombre que el Lobo nos dio. El mensaje fue leído de inmediato.
Cecilia
nos acompañó en el asiento trasero, le dije que se calmara un poco y le
pregunté si había mandado a Artemisa esa información. Ella lo hizo.
En
el trayecto estuvimos hablando de todo lo sucedido, sobre todo por qué me iban
a disparar, Cecilia, que casi no habla, fue la que respondió:
—Ahora
él se ha convertido en la pieza clave...
—¿A
qué se refieren?
—Ya
conoce muchos secretos, descubrió la identidad del Lobo, supo cómo capturarlo,
eso no se quedará así.
—No
lo sé —Dije— ¿Oye, Cecilia, cómo te sientes para manejar? Quiero pensar unas
cosas y no quiero pasarme una luz roja.
Aceptó
mi propuesta, en la primera oportunidad nos detuvimos, me fui para el asiento
trasero, pero Dan también lo hizo.
—No
me pagan para ser chofer...
—Imagina
que eres un Uber o algo. —Dijo Dan.
Cecilia
sólo apretó los dientes e hizo una mueca. Le agradecí por su apoyo y que
debíamos ir a terreno seguro, a la Luna.
—¿Apoyo?
—interrumpió Dan— ¡Casi te matan!
—Lo
sé... —Dije. Intenté calmar las aguas por un momento. Me eché hacia atrás en el
asiento. Dan estaba molesta.
Saqué
mi teléfono y le mandé mensaje a Antonio López para verlo si estaba en la
ciudad.
Pasaron
unos minutos, me contestó que llegaría mañana por la noche. Concretamos de
vernos en las oficinas de su teatro.
Le
comuniqué a Cecilia a quien le mandé mensaje y sobre la reunión.
Omar
mandó un emojin de una bocina, recién lo leí le mandé el emojin de una oreja;
marcó al teléfono. Puse el altavoz.
—Yorleni
Mendoza, abogada que se encargó de los casos de corrupción de varias Cabezas
importantes; se piensa que tiene fuertes lazos con otras «Familias» fuera de
México; estuvo administrando algunas cuentas bancarias y fue prestanombres de
algunos senadores. No se sabe de ella, no ha tenido actividad bancaria en sus
tarjetas y lleva más de dos semanas sin presentarse a trabajar.
—Nada
relevante —le dije a Omar—... parece una abogada bien parada.
—Lo
sé, hermanito, pero ella estuvo casada... lo raro es que se borró el nombre.
—¿Cómo?
—Preguntó Dan.
—Feer
encontró una fotografía de ella vestida de novia junto a dos personas más, nada
relevante, pero la foto fue de hace 5 años y al juzgar por el lugar se ve que
era de alta clase... además la ropa de esas personas es de diseñador, no
cualquiera tiene acceso a ella.
—Dile
al «Sabueso» que investigue quienes son...
—Son
empresarios, socios del grupo Estrella del Alba.
—¿Les
llevó algún caso?
—Nada...
tienen su propia firma de abogados y Yorleni no les llevó nada.
—¿De
dónde sacaron esa foto? —Preguntó Cecilia...
—De
un perfil de Twitter que tiene como dos años sin actividad, se llama Cledrana y
casi no tiene tweets, parece un bot o algo así, tiene pendejadas bien extrañas.
—¿Alguna
pista de su paradero?
—El
chico está en ello... —Dijo Omar.
—Vale,
carnalito, por ahora será todo. Nos debemos una cerveza. —Colgó.
***
Arturo
me proporcionó una habitación en la Luna, puse a cargar mi teléfono, intenté
encender un cigarrillo, pero decidí no hacerlo, mejor tomé agua fría. Observé
por la ventana el jardín trasero de la residencia y estaba Yessica caminando
cerca de la fuente. Salí hasta ella.
—¿Cómo
dice que le va? —Pregunté.
—Me
va... no me puedo quejar —Sonrió Yessica.
Estuvimos
platicando un buen rato sobre lo sucedido, le hice ver que piense la idea de
aceptar la «Salida», que había servido muy bien en sus operaciones, pero ya no
es necesario mantener secretos.
—Lo
he pensado —me dijo— quiero regresar al mar, ahí soy feliz, ¿sabes?, nunca
debieron sacarme de Tonga, me encantaba estar ahí con las ballenas jorobadas,
nadar por horas. Extraño Tonga... ahí tenía una amiga, a mí me gustan las
ballenas y a ella los tiburones. La extraño también.
—¿Ella...
era...?
—No,
nada. —Dijo con sonrisa melancólica— Ella es bióloga marina, le aprendí mucho
estando allá. Pero nada, no es como nosotros.
—¿Te
arrepientes?
—A
veces sí —miró al cielo—... pero no sé si hubiera conocido el mar de seguir una
vida normal.
—¿Entonces?
—Sólo
promete que cuidaras a mi remplazo.
—Es
mi deber...
—¡Auch!
Me hubiera gustado que dijeras otra cosa...
—Sabes
que soy malo para las despedidas.
***
A
uno de los empleados de Artemisa le pedí mandaran un mensaje a Arturo para
verlo cuando él estuviera disponible.
Me
dirigí a mi habitación, fui a revisar mi teléfono, algunas notificaciones
pendientes que podían esperar más, recibí mensaje de Arturo, que me esperaría
para la merienda en la terraza del ala Norte de la Luna. Confirme de inmediato.
Dejé el aparto sobre la mesa, saqué mi navaja de entre mis ropas y la puse a un
lado del teléfono, suspiré profundo, dije al aire:
***
—¿Llevas
mucho esperando?
—¿Cómo
sabías que era yo?
—El
aroma de tu piel...
Dan
se levantó desde la penumbra, se acercó furtivamente, muy cerca.
—Es
que ya caíste en mí... y yo soy un abismo del cual no podrás escapar.
—¿En
serio? —Le sonreí.
—Sí
—se alejó un poco—... pero veo que te gusta comer atún... enlatado.
Me
serví un poco de agua, le pregunté si quería. Me respondió que le resultaba
interesante, que hace días solo tomaba whisky y ahora intentaba ser saludable.
—Puede
que si te sirvo whisky lo derrames en tu piel...
—Me
dirás que no te gustó —me miró de forma retadora— ¿quieres que te recuerde lo
que me hiciste?
—¿Ya
no rompes la cuarta pared, por así decirlo?
—Ya
no dejas que lo haga en tu cuento.
Le
confesé, al menos, en lo que podía sobre Yessica, una agente de protocolo en
caso de una emergencia con personas muy influyentes; no le podía revelar más,
solo que yo era el encargado de estar satelitando sus movimientos. El ambiente
comenzó a relajarse.
—Gracias
por preocuparte, Dan Rivera...
Me
observó extrañada, le recordé que gritó cuando me iban a disparar. Al principio
intentó negarlo, luego a justificarse diciendo que si me mataban, ella quería a
la merced de ese lobo... al final remarcó: —Bueno, te recuerdo que sigues en mi
abismo y no se te debe olvidar.
—Lo
sé... —sonreí.
***
Conversar
con Arturo fue un tanto rápido, él tomó su té de hierbas relajantes acompañado
de velas encendidas y algunos bocadillos dulces; por mi parte pedí un espresso.
Hablamos de los planes en estos días, pregunté por el regreso de Artemisa y le
pedí de favor que me contactara con un mensajero negro.
Lo
primero ya lo intuía, después me dijo que en 3 días estaría Artemisa de regreso
y que me mandaba saludos, por último, me comentó que el mensajero negro
llegaría mañana a mediodía. Le agradecí todas sus atenciones y que Yessica
debería salir del país. Arturo asintió.
—Gracias...
pero me retiro a dormir.
—Ajá,
sí, claro. ¿Los cuervos duermen?
—Lo
intentamos.
Nos
despedimos, ante de que diera la media vuelta Arturo me comentó sobre el rumor
de que han mandado a llamar a una Furia... a Cris Amayrany Acosta Lion y no se
sabe quién la ha contratado, pero ya está en el país.
***
Rumbo
a mi habitación recibí mensajes de Dan, se me hizo raro. Al abrirlos eran
fotografías de ella, siete fotografías en total, cada vez más intensas. También
mandó el mensaje... «¿Ón'tás?»
Dentro
de la habitación ella me dijo: —¿Te gusta lo que viste?
No
dije nada, ni una palabra, solo fui hasta ella le besé tomándole de la nuca y
la otra mano en su cintura, pero esa mano subió por su espalda, le giré y
peinándola con las dos manos, desde la base de la nuca, moviendo su cabeza
hacia adelante y exponer su cuello para besarle, jalar su cabello para atrás,
seguir besándola, lamiendo la piel que exponía al jalarle levemente la
cabellera, decirle al oído: —¿Te gusta lo que sientes?
***
Dan
seguía dormida, tomé mi teléfono y borré las fotografías que me mandó y la
conversación. Suspiré para mí: «Como me gustaría guardarlas...»
Observé
su tatuaje, tuve el impulso de intentar dibujarlo, pero seguí mi instinto y no
quise hacerlo.
Mensaje
de Arturo: «Llegó tu cartero... y dile a esa Serpiente que no grite tan fuerte
presumiendo sus orgasmos.»
Quise
reirme, pero era prioridad entregar la carta, aunque en el camino solo me
estuve riendo.
En
el vestíbulo me estaba esperando el mensajero negro, se acercó a mí y se
presentó como Josselin Cordero y que fue convocada por Arturo el día de ayer.
—Necesito
entregues esto —le di una carta— a la Generala Sydney Miranda.
***
—¿No
extrañas dormir en tu casa? —Preguntó Dan.
—No
lo sé...
—¿Siempre
respondes así?
Tomamos
lo poco que teníamos, las ropas puestas, billetera, mechero, mi arma, mi navaja
y la cámara de Omar; Dan hizo lo mismo.
—¿A
dónde vamos? —Me dijo Dan mientras estamos abordando el automóvil.
—Nos
vamos al Universo.
Entre
las calles del Centro, al sureste del Palacio Nacional, se hace presente el
Universo, uno de los pocos teatros neocoloniales de la ciudad. Sus monumentales
columnas al frente con las cariátides de las nueve musas en el tablón
principal, un frontispicio dentado con suma decoración del arte teatral griego,
sus imponentes bloques de mármol blanco con mármol negro veteado, te daban la
impresión de sentirte pequeño... al centro arriba un enorme letrero UNIVERSO.
Bajamos
del automóvil, había unas personas trabajando la fachada, nos miraron y
siguieron en su labor. Dan preguntó por qué estaban haciendo arreglos ya
entrada la noche. Le respondí: ¿Cuándo has visto restauradores con armas
escondidas en sus ropas?
El
interior del Universo es tan majestuoso como su fachada, un vestíbulo de
ensueño, realmente se respira arte en el recinto, el cual, por su altura
interior te obliga a bajar la voz. Un hombre se nos acercó para saludarnos
elegantemente, mi nombre es Angel Caceres y seré su escolta por órdenes del
director Antonio.
—Solo
llévanos con él, ¿está bien?
—Síganme...
Ángel
nos llevó por la parte privada hacia el área de oficinas, no por ser la zona
restringida del Universo carece de elegancia, todo el lugar es sumamente
elegante.
En
la sala de espera de la sección administrativa nos pidieron descansar, que
Antonio nos llamaría. Ángel se quedó con nosotros del otro lado de un
escritorio, observándonos muy discreto.
Dan
estaba asombrada de todo el recinto. Le dije a Ángel si podía mostrarle el
escenario, pero se remitió a que esperemos a Antonio.
—¿No
que nos iba a atender?
—No
dijo eso, ¿además, cómo nos va atender si en la mano tiene una pistola? —Luego
miré a Ángel— ¿No es verdad, Ángelito?
Sólo
sonrió desde su asiento y dejó de ser discreto, ya nos miró con mucho cuidado.
—¿Todos
ustedes son así de desconfiados?
—Desde
la última guerra que fragmentó «Familias» y la imposición de un Gobierno Único
sobre las «Redes»... y...
—¿Y
qué más? —Interrumpió Ángel. Señal inequívoca de que no debía comentar de ello
acá. Dan también entendió el mensaje.
Se
escuchó la voz de Antonio López por un pequeño altavoz pidiendo que paseemos.
Ángel
nos hizo un ademán y nos sonrió. Le dije antes de entrar, con todo burlón,
«Gracias por tu interesante conversación».
—¡Ay,
cuervo! —Nos recibió Antonio levantándose de su escritorio y nos mostró la mesa
de reuniones en su oficina— ¿En qué estás metido? ¡Sabes qué!, no quiero saber.
Nos
sentamos, le presenté a Dan, pero él ya sabía quién era.
—¡La
reina de las serpientes!, claro que sé quién es ella. —dijo casi susurrando—
Hasta dicen que pueden domar lobos con esa voz.
Ella
se quedó atónita por la indirecta. Le dije a Antonio qué como sabía eso.
—Tengo
«Estrellitas» en todas partes.
—...y
también un «Arcángel» —señalando con la mirada por donde entramos— no a todos
les dan una «Arcángel» de sombra.
—Qué
te puedo decir... mi trabajo habla. —Alzó los brazos como señalando lo
impresionante del Universo.
Casi
de inmediato fue específico sobre mi visita...
—Necesito
a mi Nyx...
—¿Tan
grave es el asunto?
Asentí
con la cabeza: —Pero habías dicho que no querías saber... —Dije y sonreí.
—Ay,
cuéntame el chisme...
Lo
mejor que pudimos le relatamos todo lo que había pasado, aunque algunas cosas
ya las sabía por todos sus espías, mejor dicho, sus «Estrellas». En esa
conversación nos ofreció un poco de té de hierbas y unos bocadillos dulces de
harina de girasol.
Después
de ponerlo al tanto de lo sucedido, Antonio fue a su escritorio.
—No
pensé que me pedirías esto tan pronto —sacó un cajita negra de obsidiana sin
grabado alguno.
Me
la entregó, la puso frente a mí. La abrí con mucho cuidado, casi temblando. El
fondo oscuro ensalzaba la llave plateada y el llavero con forma de un cuervo en
vuelo. Lo tomé, sentí que me devolvían mis alas.
Dan
se me quedó observando.
—Cuervo...
tranquilo. —Dijo Antonio con tono burlón.
Conversamos
de otras cosas, ya que le pregunté por sus próximas producciones, Antonio se
echó las manos a la cabeza en señal de estar cubierto todo el año con el Teatro
lleno, además de los ensayos y eventos que tendrá. Pero se puso serio, se
enfocó en Dan: —Pero me falta una voz espectacular para una obra...
La
intención fue clara, quería a Dan en su teatro. Ella sólo dijo jugando: —Cobro
caro...
—Lo
que quieras ganar... —dijo Antonio.
Estuvieron
hablando de negocios entre ellos, sólo me limité a admirar el llavero y
sentirlo en las manos. Tenía una hermosa ansiedad por ello. Dan no se sentía
convencida hasta que Antonio tocó un botón de su escritorio y una de las
paredes comenzó a desplazarse para mostrar el escenario desde las alturas de su
oficina. Tomó un radiocomunicador y le dio indicaciones a uno de sus empleados
para que hicieran una demostración de luces. Todas encendidas, iluminando el Universo,
un titán dormido, dando paso a una penumbra maravillosa y un haz de luz directo
al centro del escenario... se le acercó a Dan para describirle cómo se vería
ahí cantando, cómo sería la ovación y el estruendo del Universo por su voz.
Dentro
de mí pensé: «Vaya que tiene poder de convencimiento, estoy tentado de dejar
esto y convertirme en actor»
Concretaron
seguir la reunión para afinar detalles, aunque Dan se notó bastante convencida.
Antes
de irnos le pregunté si sabía sobre una «Furia» en la ciudad. Antonio cambió su
rostro. —Sabes lo que significa una de esas cosas acá, sé lo mismo que tú,
hasta las «Estrellas» temen de acercarse a un agujero negro.
Al
salir Ángel nos intentó acompañar, pero Antonio le dijo que no lo hiciera. Dan
le hizo un ademán de un látigo e hizo el ruido del mismo para guiñarle un ojo.
Ángel no reaccionó.
Bajamos
las escaleras, salimos al vestíbulo, en la acera y una chica se acercó, se
presentó como Maylicia SoulfrEe.
—¿Ella
es Nyx? —Preguntó Dan barriéndola con la mirada.
Maylicia
se le quedó observando sin reaccionar. Se dirigió hacia mí ignorándola.
—Tengo
un mensaje de la Generala. —Me entregó un papelito que leí de inmediato.
Tenía
el sello oficial, también mi contraseña.
«Cambio
en Protocolo 21: aceptado. Portadora nuevo eslabón de la cadena. Mismas
órdenes.»
Le
regresé el papelito y Maylicia lo quemó. Le entregué mi teléfono celular, ella
actualizó la agenda rápidamente.
—Será
un honor trabajar junto a usted.
Sonrió,
luego miró a Dan y cambió su rostro.
—Sólo
te pido que vayas a...
—Iré
por la Sirena —interrumpió— para comenzar el relevo.
Se
despidió de forma muy cuadrada, de inmediato le hice el comentario que debe
actuar lo más natural posible, ese protocolo estricto no es necesario.
Entendió, se me aventó con los abrazos y me besó la mejilla, sonrió y luego
miró Dan retadoramente. Se fue hacia su motocicleta, se fue.
—Qué
perra... —Dijo Dan.
Suspiré,
pensé que solo yo me meto en estos problemas.
—Tu
silencio me reconforta. —Reaccionó Dan.
—No
lo sé... —Respondí.
Dan
estaba por subirse al auto cuando le dije que Omar vendrá por él. Entendí mi
brazo para tomarle la mano, caminamos a un costado del Universo, me presenté en
la puerta de ingreso del área de servicios y me dieron acceso. Caminamos un
poco hasta un cajón de estacionamiento, retiré la funda para revelar un Camaro
68 negro mate, arreglado.
Guardé
la funda en el portaequipaje, luego le pasé la mano sobre el toldo hasta abrir
la puerta. Entramos, Dan preguntó por el automóvil.
—Nyx
te presento a Dan... Dan te presento a Nyx.
Cuando
inserté la llave y el motor comenzó a rugir no pude soltar un «Te extrañé...»
***
Mensaje
de Omar Capistran:
«Yo
llego por el Halcón. Libby Lopez te está buscando... que algo le pasó a Janet».
***
En
el trayecto Dan me preguntó varias cosas sobre Antonio, le dije que era una
buena oferta, además de que esto ya estaba terminar, al menos eso estaba
esperando.
No
se sintió reconfortada ante mis palabras.
—¿Por
qué Antonio se expresó así de este auto?
—¿Nyx?,
bueno, es que tenemos mucha historia recorrida.
Le
relaté que vi a Nyx en el chatarrero de Oriente: —desde que erradicaron a todos
los cuervos, me hice a la tarea de ser Sombra... hasta convertirme en Arcángel,
aún sigo siéndolo, aunque de manera más libre. Omar me ayudó a reparar a Nyx,
él pertenece los Patriotas, también los disolvieron, quedamos como agentes
libres, por así decirlo, entonces tomamos oficios que resguardan lo que
hacemos. Él es periodista, yo escribo...
—¿Escribes?
¿Como un escritor o algo?
—Intento
serlo...
Le
describí mi vida como poeta: —Escribir me da la fachada perfecta para no tener
hogar, estar aquí, allá, viajar, mantener un bajo perfil. Nadie sospecharía de
mí siendo poeta. —Me reí.
—¿No
temes que sepan tu secreto?
—¿Y
quién lo va a creer?, no soy un James Bond o un Jhon Wick... trato de pasar
debajo del radar.
—Créeme...
tú no pasas desapercibido.
—No
lo sé...
No
creí conveniente contarle más secretos de Nyx.
Cuando
se percató que regresábamos a la Luna, Dan preguntó por el mensaje de Omar.
—Tenemos
tiempo... si fuera algo urgente ese teléfono pondría una pantalla roja y
comenzaría a vibrar desesperadamente. Primero debemos abastecernos.
***
—Ya
llegó la gritona... —Dijo Arturo al vernos.
Dan
le hizo una mueca retadora.
Le
comenté a Arturo que necesitaba unas cosas para Nyx. Saqué de la billetera la
tarjeta negra y se la di.
—Desde
que tienes ese plástico hasta pareces buen partido, eh.
—¿En
cuánto tiempo crees que tengas esto? —Le entregué una lista. La revisó.
Arturo
preguntó si eran urgentes, a lo cual le dije que de favor estuvieran lo antes
posible.
Me
pidió estar atento a mi teléfono.
Antes
de irse miró a Dan y dijo en voz alta: —Sólo no estén gritando...
Dan
comenzó a gemir enfrente a él para retarlo y ambos se echaron a reír. Creo
comenzaron a llevarse bien, creo.
***
Tomé
mi teléfono: —Comunícame con Libby, sí, sí, está bien. C, V, T, 12..., sí, sí,
no, sí, confirmo. —Colgué.
Revisé
el reloj de la habitación. Le mandé mensaje a Spettacolare Tadeo Joseph para
pedir audiencia con él.
Me
respondió con un mensaje de voz: «¡¿Todavía tienes el descaro de pedir verme?!
¡Espero sea para pedir disculpas!»
Me
dije a mí mismo: —Sólo a mí me pasan estas cosas.
***
—¿Fuiste
un Arcángel? —Me dijo mirándome recostada de lado.
Bocarriba,
fumando, le comenté que fue una época corta de mi vida, lo necesario para
aprender un par de trucos.
—Nunca
pedí dinero de más, jamás estuve involucrado en extorsión y siempre respeté el
«Código V», lo sigo haciendo. No muchos llegan a ello, hay bastantes
tentaciones... —fumé— por eso son «Ángeles Caídos».
—¿Tienes
de esos entrenamientos extremos?
—¿Con
mi físico? No, para nada, no se trata de resistir guerras o arrojarte de
helicópteros, es de adelantarte a las jugadas, saber cómo piensa el otro,
responder ante toda situación —fumé—... bueno, lo admito, si debe existir un
poco de eso, pero nuestro trabajo es pensar y actuar, además de no temer a la
muerte.
—Eso
es más excitante... —Dijo Dan.
—¿Qué
no sea esto como película de acción?, pensé que a todos les gustaría que así
fuera.
—En
primera —tono altivo— yo no soy todos, en segunda, es más excitante porque
tienes esa mente que me dan ganas de lamer.
***
Dejé
una nota sobre la mesita, una nota para Dan con el boceto de un cuervo en
vuelo, diciéndole que regresaría tarde y es posible que no le mandé mensajes.
En
el vestíbulo estaba Arturo con Cecilia, me preguntó dos cosas, si quería una
sombra y si debían mudar las pocas cosas de Dan a mi habitación. Pregunté si
eran muchas, Arturo con total tono burlón dijo que una bolsita del Chedraui
cabían.
Me
remití a decirle que le preguntara a ella, si decide mover todo, no tendría
inconveniente.
—Con
respecto a la sombra —miré a Cecilia Larregui — si no te jode, que venga, pero
cambiarán unas cosas.
Arturo
aceptó.
***
—¿A
dónde vamos? —Preguntó Cecilia.
—informa
que vamos rumbo al Corazón de cristal...
En
ese momento pensé que me gustaría no me pregunten eso "¿dónde
vamos?", no me había cansado tanto desde ese "Halloween". Le
comenté a Cecilia que sacara de la guantera un cassette rojo, ella se extrañó,
preguntó que quién consume estás cosas tan viejas. Le extendí la mano para que
me lo diera y ponerlo en el reproductor, el mix que realicé hace tiempo seguía
intacto, no, mejor, ya que el tiempo le había añejado en algo a la cinta le
daba un toque cálido a esas canciones de jazz. Cecilia me observó raro. Para
romper ese hielo le pregunté por sus habilidades en el campo, me dio algunas,
un amplio curriculum, pero le detuve en una en específico, a lo cual respondió:
—He sido la mejor en años...
—¿Tienes...?
—Por
supuesto...
En
el trayecto al Corazón de Cristal le conté mi idea. Se notó emocionada, tanto,
que olvidó reportarlo a la Luna hasta que le repetí que debía hacerlo.
—¿Qué
es este lugar?
—Es
dónde venimos los que no tenemos un seguro médico... mmmhh... particular.
El
edificio se encuentra en la zona Poniente, cerca del aeropuerto, un edificio
modesto con algunas zonas ajardinadas en la fachada, una pequeña clínica
comunitaria en el piso de abajo, atendiendo al barrio, sólo cosas sencillas, lo
necesario, pero con medicinas gratis. Ahí es donde vamos los que estamos dentro
de este juego, es territorio neutral, más no seguro, pero en el "Código
V" se deben respetar ciertas cosas, como es el arriba es el abajo, unos
tienen un Magnus, otros una Luna, otros... como yo, un Corazón de Cristal.
Ingresamos,
de inmediato Libby nos observó desde la recepción y nos pidió que fuéramos con
ella, nos llevó por una puerta escondida. Le pregunté por su día, ella
respondió que han tenido bastante trabajo por una extraña gripe, pero no pasa a
mayores, aunque ciertos medicamentos están subiendo de precio.
—No
me preocupa la situación ahora, tenemos como solventar hasta el momento, pero
en unos tres meses vamos a sentir ese cambio.
Nos
llevó por unas escaleras hasta el cuarto piso. —Tenemos en recuperación a Janet
Damián.
—¿Qué
le sucedió?
—Dijo
que sólo respondería preguntas a ti, ya sabes, el Código.
Pidió
que nos pusiéramos cubrebocas, aunque Cecilia se quedó afuera haciendo guardia.
Libby le dijo que no era necesario, pero le agradecía.
Le
asentí con la cabeza a Cecilia, ella respondió igual.
Tomé
asiento cerca de la cama, Janet estaba despierta y leyendo.
—Cuervito...
—¿Cómo
dice qué le va?
Después
del saludo fue ella la que entró en materia: —No sé quién fue, iba con un nuevo
chico que contraté de chofer, joselito, creo se llamaba... —se tocó la frente—,
era nuevo, no tenía ni unas horas; salí del Consultorio para dar terapia a un
"Favor" y nos impactó una camioneta; te juro que si no hubiera sido
por la Sombra que ese "Favor" me colocó para asegurar sus terapias...
me estarías prendiendo una veladora en el altar. —Agachó la mirada, suspiro—
Bajó de la camioneta un tipo con arma en mano, pero la Sombra se le adelantó.
De inmediato la camioneta huyó.
—Ya
veo por qué sólo querías hablar conmigo.
Janet
me observó fijamente, silencio.
—¿Tan
gran es el pez?
Ella
sólo asintió con la cabeza.
Antes
de terminar la visita le pregunté por Yorleni Mendoza.
Pidió
le recordará el nombre o algo de ella, sólo le dije que Omar me comentó.
—Yorleni...
Yorleni...
Con
un grito de euforia: —¡¡Claro!!
La
visita se alargó un poco más, el incidente con Janet estaba vinculado con
Yorleni.
Al
salir del Corazón de Cristal me despedí de Libby, le dije que me saludara a su
padre y que ya extraño escucharlos cantar. Libby dijo: —¿Con qué tiempo? Tengo
que atender acá, a mi niño y a mi otro niño, mi esposo le dicen... —nos echamos
a reír.
***
Dentro
de Nyx le dije a Cecilia, sin observar, con la mirada clavada al volante:
—Necesito te comuniques con Artemisa, saber cuándo llega.
Encendí
el auto, nos pusimos en marcha rumbo al Wilkommen.
***
A
dos cuadras de llegar con Tadeo detuve el andar, me estacioné; salí de Nyx para
encender un cigarrillo, tomarme unos minutos para fumar.
—¿Es
necesario esto?
—Oh,
sí... —desprendiendo una enorme bocanada de humo.
Cecilia
salió, sólo me observó. Sentí en la espalda esas miradas que claman la frase
"Pinche viejo raro". No me importó, el cigarrillo se sintió a gloria.
—¿Desde
hace cuánto estás al servicio de la Luna?
—¿Es
necesario esto?, acabando mi tarea, tal vez no te vea nunca... o...
—Sí,
o... o... nos veamos en bandos contrarios.
—No
es bueno convivir en el trabajo.
—¿Sabes?
—fumé— pensaba como tú, hace tiempo, que debía ser estricto con esas cosas,
pero fueron cayendo uno a uno, cada conocido o extraño, por mi mano o por la de
alguien más.
—¿Vas
a tardar mucho?
—Es
que este cigarrillo está muy bueno...
Dentro
de Nyx, un poco en silencio, Cecilia me dijo: —7 años...
Sonreí,
encendí el auto y nos fuimos con Wilkommen.
***
—¡¡A
ti te quería ver!! —Gritó Tadeo al verme llegar, en el interior del lugar.
—Aquí
me tienes...
—¡Además
cínico!
Le
pedí a Cecilia se quedará con los ojos bien abiertos mientras estaba dentro con
Tadeo.
Después
de varios gritos, regaños y cosas que no pude entender, incluso, me echó la
culpa de cosas muy ajenas a mí, como su estrés y otras situaciones; además de
que me regañó me uso para desquitarse.
Fui
contundente con Tadeo:
—No
me arrepiento, pero tampoco quiero dejar las cosas así.
Después
de unos minutos pensando, se sirvió té desde una tetera muy exclusiva, su taza
de cristal, derramando el té para coronarlo con una nube de leche, como así lo
expresó. Se sentó, mirándome retadoramente... dijo: —Quiero un Arcángel.
—Vamos,
Tadeo, eso no es sencillo.
—¡Todos
tienen uno!
—Sí,
pero hay reglas...
—¿Y
qué? ¿Cuánto cuesta?
—Tadeo...
—¡¡Quiero
mi Arcángel!!
Comprendí
el vacío que dejó Dan en el Wilkommen, además de que Yessica ya estaba fuera de
este "mercado" y las complicaciones que dieron en los últimos días.
Ni el lado oscuro de las ciudades quiere salir de noche.
—No
puedes pagarlo... bueno, no es que no puedas, no se deben pagar sólo así; no es
que vayas a la tienda y escoges el Arcángel que más te gusta para que te lo
lleves a tu casa.
Expliqué
un poco del proceso de ello, es más sencillo tener una Sombra o espías, sólo se
puede solicitar a un Arcángel cuando se debe proteger a la persona a toda costa
porque se ha convertido en una pieza clave de todo el engranaje, no sólo es
guardaespaldas, es alguien que se adelanta a los movimientos para la seguridad
de dicha guardia.
Al
salir de la oficina observé a Cecilia un poco inquieta, le pregunté por ello:
—Ha pasado dos veces un mismo vehículo.
Le
comenté a Tadeo que se escondiera, que le dijera a su gente que estuviera
alerta. Tadeo se remitió a decir, alardeando que nadie tocaría el Wilkommen...
—¡El Wilkommen es el corazón oscuro de la noche! —Alzó los brazos orgulloso.
Desde
afuera arrojaron una granada de humo. Nos replegamos, fuimos a escondernos
dentro de la oficina de Tadeo. Cecilia y yo sacamos nuestras armas, esperamos;
los guardias de Tadeo comenzaron a disparar, pero él les gritaba que no lo
hicieran, que el decorado lo iban a destruir.
En
la oficina, detrás del escritorio le dije a Cecilia lo que haríamos. En la
puerta de la oficina le puse cinta para que no cerrar, le coloqué un poco más
sólo para mantenerla así; pusimos el escritorio cerca de la puerta como
barricada, Tadeo se resguardó en el baño privado. Esperamos, golpearon con
fuerza la puerta pero esta estaba casi abierta, en el segundo de confusión
Cecilia disparó a las piernas mientras que yo a los brazos; las granadas de
humo cayeron, las tomamos para arrojarlas de regreso, las otras personas
estaban confundidas, Cecilia cambió cargador, aguantó la respiración y se lanzó
al ruedo disparando a las piernas, le seguí; comenzamos a ganar terreno;
huyeron.
Fui
por Tadeo, estaba atónito en el baño... le pregunté si estaba bien y él sólo
dijo:
—¿Ya
puedo tener mi Arcángel?
Sonreí:
—Sí, Tadeo, ya puedes...
***
La
salida del Wilkommen fue en silencio, Cecilia mandó mensaje a Angel De Jesus
Ortiz Perez para que llegue con su Servicio de Limpieza e informó a la Luna lo
que pasó. Le pregunté si estaba bien, asintió con la cabeza.
En
esta ocasión no hubo preguntas por parte de Cecilia, confió en mi trayecto.
Nos
detuvimos en la Catedral de San Juan de la Cruz, bajé de Nyx, le ofrecí entrar,
aunque se negó. Conversamos un momento mientras estaba en la ventanilla
fumando, ella no pensó que fuera un hombre de religión, le respondí que no lo
soy, pero tengo que pensar con calma, además, toda ayuda es necesaria. Cecilia
comenzó a informar nuestra localización.
Con
cada paso dentro de la catedral sentí que la fuerza me regresaba, desde niño he
visitado el lugar sólo para pensar, siempre recurro al templo cuando las cosas
van complicadas y requiero de consejo.
Tomé
un poco de agua bendita con la mano y acaricié mi navaja. Fui directo
confesionario, me senté, el sacerdote me dijo "Ave María Purísima",
pero respondí: "Busco a la Señora de los Cuervos".
Se
escuchó un poco de movimiento, abrieron la puerta donde estaba y me saludó Musa
Venal con una sonrisa, vestida como una religiosa oscura, no satánica, oscura.
Preguntó
por su gemela Lú Méndez y sólo le comenté de la ayuda que me brindó. Con cada
persona dentro de este cuento debo contar lo que ha sucedido, aunque Musa ya
estaba al tanto de todo.
La
conversación se realizó frente al nicho de la Virgen de los Sicarios, sentados,
observando la imagen, los arcos, la decoración del recinto y los hermosos
frescos en la cúpula del lugar.
Pedí
su ayuda y le pedí quemar un " Favor" para poder librar esta
situación.
Musa
es muy diferente de su hermana, claro, es obvio, pero me refiero que Lú te
ayuda sin pedir o almacenar "Favores", algo que muy pocos en esta
"Maquinaria" hacen. Musa es una gran Sombra, casi un Arcángel... pero
desde la erradicación de los Cuervos ella decidió mantenerse en la Catedral
como única guardiana del lugar donde todos, incluso los líderes del crimen
llegan. Musa pidió mi teléfono, lo colocó en una cajita de plomo con madera
negra y lo portó todo el camino rumbo a la zona de catacumbas. Bajamos
escaleras, con un ademán les dijo a los niños y jóvenes presentes que se
retiren... Le pregunté a Musa si estaba reclutando nuevos cuervos, pero ella
solo dijo que necesita de "Gárgolas" que defiendan el lugar, que
nunca se sabe cuándo se va a desatar una guerra. Tenía razón.
En
las catacumbas, entramos a una cámara donde no existe señal y no se permite la
transmisión de comunicación. Dijo que teníamos unos minutos antes de agotar el
aire.
Fue
muy breve, me dio dos nombres, el primero de ellos: Caren Yanet y dónde
encontrarla. El segundo fue el de la Directora del Banco Neocentral: Elda
América.
Sabía
de Elda, la conozco, ha asistido a unos de mis recitales como poeta, es la
persona que me ha comprado muchos libros, pero un día me dijo: "Sólo no te
confundas, querido, me gusta lo que escribes... pero sigo siendo la Directora
del Banco que te puede quitar hasta el alma."
Musa
fue clara, dijo que fuera directo a ver a Elda y que ella se iba a encargar que
me recibiera de inmediato, que sólo debía llegar a las oficinas y decir:
"Ave María Purísima".
Pregunté
quién era Caren, Musa fue tajante: Es la doncella del diablo. Entendí...
Al
salir de la Catedral, Musa me entregó un frasquito negro con una tapa sellada
con cera. Lo guardé en mis ropas.
Me
acerqué al automóvil, subí, le dije Cecilia que debíamos ir a las oficinas del
Banco Neocentral.
***
—Siempre
me ha dado miedo este lugar. —Le dije a Cecilia.
Estacionamos
a Nyx en el sótano. Tuvimos que dejar toda arma, todo lo posible, monedas,
llaves, cualquier objeto.
En
la entrada del estacionamiento ya había dos tipos esperándonos para ser
escoltados directo a la Dirección.
—Ni
una palabra... —fue lo último que le comenté a Cecilia antes de llegar con el
Comité de bienvenida. Les dije la contraseña que me dio Musa... no
respondieron.
Nos
revisaron hasta los dientes, pasamos por detectores y una inspección con
unidades caninas. Pedí una caja de seguridad provicional para guardar las
llaves de Nyx antes de ingresar por completo al lugar.
El
ascenso fue incómodo, en total silencio hasta que el ascensor abrió las puertas
y la campanilla rompió esa tensión.
Nos
escoltaron por un pasillo lleno de cámaras, un espacio con un aire intimidante
y por mucho. Fue donde realmente suspiré «Ave María Purísima».
Pensé
que dentro de la oficina de Elda tendríamos privacidad, pero estaba un
Arcángel, se notaba a distancia, aunque me resultaba familiar.
—¡Cuervo!
—Me recibió Elda muy efusiva dentro de una oficina de impecable gala.
El
espacio denotaba que aquí es la cabeza del único banco internacional donde esta
"Maquinaria" puede hacer sus transacciones, al punto de ser
intocable, casi con un nivel diplomático— ¿Qué te trae de visita?, por favor...
tomen asiento. ¿Qué les puedo ofrecer?, disculpen, no todos los días se tiene
la vista de un poeta en el trabajo.
—Me
halagas...
Cecilia
no le quitaba la mirada al Arcángel. Elda lo presentó como Edd Cáceres.
—¿De
casualidad tu herman...?
Elda
interrumpió confirmando, que ellos son los únicos hermanos Arcángel en este
continente.
—Uno
siempre debe darse ciertos lujos... sobre todo si es por seguridad, ¿verdad?
En
esta ocasión dimos vueltas al asunto, hablamos de poesía, algunas cosas, sentí
la incomodidad de Cecilia, ya que siempre ha estado acostumbrada a ir al grano,
no la culpo, pero a veces es necesario tener algo relajado de vez en vez.
—Ay,
Elda... —le dije, supo que ya deberíamos tocar el tema.
Su
rostro cambió por completo, ese rostro de póker, el de una directora de la
institución financiera más importante.
—Sé
lo que ha pasado, siempre lo sé todo. Comprenderás que debo cuidar cada una de
mis inversiones, hasta sé de tu trato de 3 "Favores", del Lobo...
vamos, todo lo sé...
—Por
eso mismo vengo...
—No,
no, no, no, corazón. —Hizo un ademán con su dedo— Ya lo sabes... puedo tener
día y hora de tu muerte, pero nunca te diría. Es más, mi posición no permite
hacer "Favores", aunque puedo aceptarlos... lo sabes.
—No
vengo con esa intención... —también mi rostro cambió, alertó a Edd, lo miré
directo para regresarme a Elda— La "Maquinaria" ha sido rota... y lo
sabes.
***
Rumbo
a la Luna, Cecilia me preguntó qué estaba pasando. Fui muy honesto con ella:
—Aquí hay de dos... o comenzamos a realizar alianzas con 3 de los 4
"Pilares" o nos vamos a meter en una guerra vestida de revuelta civil
o golpe de estado.
Después
de un rato, ella se dio cuenta de que estaba dando vueltas en círculos.
—¿Desde
hace cuánto nos vienen siguiendo? —Preguntó Cecilia.
—10
minutos...
Cargamos
combustible. Tanque lleno. Al salir de la estación un motociclista nos hizo una
señal que lo siguiéramos. Atendí su indicación asintiendo.
—¿Quiénes
son?
No
dije nada... Cecilia sintió un aire de alerta.
Después
de unos pocos minutos le hice saber que no debíamos hacer movimientos bruscos.
—Si nos quisieran muertos ya nos hubieran impactado con su camioneta.
El
motociclista entró al sótano de un edificio colonial, lo seguimos. La camioneta
detrás de nosotros también ingresó y cerraron las puertas. El lugar estaba
vacío, los sonidos de los motores eran más estridentes. El tipo se detuvo, bajó
de su vehículo, sin quitarse el casco nos hizo una seña para detenernos y bajar
de Nyx.
La
camioneta se estacionó detrás de nosotros. —Hagas lo que hagas, tranquila.
Bajé
mostrando las manos. Pedí encender un cigarrillo, lentamente hice el movimiento
y de atrás se escuchó: —Pasajeros al tren...
—¡Son
unos hijos de la chingada! —Les dije y me eché a reír.
El
tipo de la moto se quitó el casco, era Rahdael Gagnebet y el tipo de la
camioneta era Hiram Barrera.
—¿Qué
pasó, hermano?
Nos
abrazamos, les di un golpe a cada uno por el tremendo susto.
—No
pensé que Musa los contactara tan rápido... ya veo que han mejorado, pero no
mamen, ¿era necesario todo el show?
—Ya
sabes que nos gusta divertirnos. —Dijo Hiram.
—Pues
viene conmigo una buena Sombra...
—Hola...
—Se presentó Rah.
Cecilia
estaba seria, sólo se remitió a observarlos.
—Bueno,
bueno... —Siguió Rah— ¿Desde cuándo un Cuervo como tú necesita una sombra?
—La
edad... y el cigarrillo.
Después
de unas bromas y poner todo al día, les pregunté si tenían lo que encargué.
Hiram
fue a la camioneta suv y sacó un maletín con el símbolo de su Casa de Armas.
Llamé
a Cecilia... le dije que era un regalito.
Al
abrir el estuche supo de inmediato lo que había, pasó sus dedos como pensando
que era un sueño.
—¿Y
la munición? —Preguntó.
—Es
un cargo extra —Dijo Hiram.
Le
extendí la tarjeta, la pasó por el detector y después bajó una caja, también
con su símbolo.
—Es
un placer hacer negocios con usted —Dijo Rah.
Cecilia
no comprendió, aunque estaba más enamorada del arma en sus manos. Le dije que
ellos eran los mejores fabricantes de armas, aunque son difíciles de contactar
y tienen un hermoso arsenal, siempre y cuando lo puedas pagar.
—Nos
tomamos la libertad de poner tus iniciales —Dijo Rah a Cecilia.
—¿Por
qué son difíciles? —Preguntó.
Hiram
me miró como si preguntando si podían confiar. Sonreí levemente y me puse a
fumar.
—Las
armas —dijo Rah— son comercializadas por el Ejército, toda arma de fuego está
registrada, solo ellos saben quién las vende, quien las compra, quien las usa,
todo lo saben. Es su negocio, los únicos en el mercado... aunque se la compres
a un drogadicto en la calle, ellos saben de esa arma.
—Nosotros
somos artesanos... —Dijo Hiram.
—Así
es... nuestras armas van a medida y sobre pedido, tenemos diseños propios,
diseños fuera de ese mercado... pero son tan exclusivos que, si le disparas a
alguien con una de nuestras creaciones, todo mundo sabrá que esa arma la
hicimos nosotros.
—¿Y
por qué?
—Es
que somos Exclusivos —Rah hizo una seña con el dedo meñique.
—No
sólo eso... —interrumpí— sus armas están hechizadas.
Rahdael
y Hiram sonrieron orgullosos.
Nos
despedimos, pidieron salir primero; guardaron la motocicleta en la Suv; antes
de irse Rah me entregó una caja metálica.
—Mi
hermano... desde hace mucho queríamos darte esto. —Dijo Rah.
—Por
ti, mi hermano, por ti... —Me abrazó Hiram.
Se
fueron en silencio. Al abrir la caja me encuentro con un arma hermosa, con un
cuervo grabado en ella, junto con dos cargadores, uno de ellos con balas en
negro mate. Suspiré: —Me estoy volviendo sentimental.
***
Casi
al salir de aquel lugar Cecilia recibió un emojin de una luna. Me dijo que
Artemisa ya estaba en la ciudad. Pregunté si en la Luna o en el aeropuerto.
Ella entendió que es posible que se requieran de más escoltas.
Nos
estacionamos en un tramo de la ruta que seguirían, pensé en que hay una plática
pendiente con Thereverend Owen ante la situación que se está cocinando acá,
además de saber qué hace la «Furia» en la ciudad.
Recibimos
a Artemisa y nos incorporamos en la parte de atrás, pero un poco despegados.
Seguimos manejando en total tranquilidad, Cecilia comandó la ruta. Le pedí
tuviera alistada un arma. Fueron minutos de alta tensión hasta llegar a la
Luna.
Con
una seña le dije a Cecilia que me revisaran con el detector. Bajamos en calma,
Cecilia sacó su arma y me apuntó, pidió que fuera revisado por detector. Los
demás sacaron sus armas y no tuve más remedio que moverme bien lento, dejando
todo, casi quitando todo de mí. Al pasarme el detector algo llamó la atención,
mi gabardina comenzó a sonar. Le hice una seña con el dedo a Cecilia para que
callara.
—¡¡Eso
no es mío!!, no es mío...
Cecilia
me tomó y golpeó en el estómago, derribándome, gritando cosas de maldito
traidor y otras palabras... pero señalando que tomen la prenda y que guardaran
silencio.
Dos
guardias me estaban levantando violentamente, pero Cecilia los separó de mí,
haciendo muecas, en silencio. Señaló que me volvieran a pasar el detector y
arrojó datos negativos. Me regresó mis cosas, pero en silencio le pedí algo
para quemar al solo tener mi mechero y encenderlo, indicando que debía
incinerar las ropas que traía.
Cecilia
me acompañó con bote metálico, otra guardia trajo un poco de ropa, la que se
usa para entrenamiento... aunque toda la ropa ahí, a excepción de Arturo, es de
mujer. Respiré profundo: «Cuánto más...» me dije.
Subí
a mi habitación, pedí un poco de café y una nueva cajetilla de cigarrillos.
Entré
a mi habitación, Dan estaba leyendo en el sofá. Se extrañó de verme y comenzó a
reír, casi cayendo del sofá, en verdad se retorció de la risa.
***
Arturo
llegó con una bolsa de ropa, la colgó en el perchero y sólo dijo: —Hasta que
vas lucir como un verdadero cuervo.
Me
acerqué para abrir la bolsa, un elegante traje de 3 piezas, color negro, con
ciertos bordados en hilo de plata muy discretos, y en el forro con un emblema
de un cuervo posado en la luna.
Pensé:
«No me agrada tanto regalo...»
***
Cecilia
llegó con dos mensajes: Que dos en horas tendríamos reunión en el salón
principal y que alguien estaba afuera esperando. Pregunté quién era, dijo que
es el relevo de la Sirena. Asentí con la cabeza para que la dejara pasar, le
agradecí a Cecilia.
Maylicia
SoulfrEe entró a la habitación, observó algunas cosas en la mesita que no
corresponden a mí, preguntó si "Esa" estaba aquí.
No
hizo falta mi repuesta, Dan gritó desde el baño que sí mientras salía
colocándose unos pendientes de serpiente.
Se
acercó a mí para despedirse, ya que estaría en una reunión y audición con
Antonio. Maylicia interrumpió preguntando si tendría un nombre clave, Dan
murmuró un poco fuerte la palabra "Perra" y luego me tomó del cabello
en la nuca para besarme salvajemente, delineó sus labios y me observó para
luego irse sin mirar a Maylicia.
Recién
salió de la habitación, mi nueva compañera cambió su actitud a una formalidad.
Tomó un pañuelo y me lo entregó, pero comenzó a referirse ante mí como Capitán.
Le
comenté que he pensado en un nombre para ella, pero quería saber su opinión, le
dije "Águila"... de inmediato me me dijo "Águila Arpía",
incluso, dejó claro que sólo le llamé "Arpía".
Tomé
el teléfono para recibir su llamada, identificarla así y mandar mensaje en
clave de su nuevo nombre. Fue aceptado.
Le
dije a la Arpía que desde ese momento me iba a referir a ella con tal
sobrenombre.
—¿Puedo
seguir incomodando a "Esa",Capitán?
—Se
llama Dan Rivera.
Le
di instrucciones precisas, debía ir directo con Musa Venal y le haría llegar
una carta. Ahí recibiría el resto de tu labor. Maylicia aceptó y se despidió
formalmente.
—Es
una pena —dijo—... ya tenía el insulto adecuado para esa culebrita, pero se
fue...
***
A
la hora pactada fui al Salón principal, afuera de la puerta estaba Arturo Lopez
con un grupo de su guardia. Me pidieron dejar todo en una caja con candado y me
dieron la llave, una guardián me acompañó con la caja en sus manos. Arturo dijo
que ella serviría de asistente en la reunión.
—No
es necesario... —Dije.
—No,
querido, es protocolo del Consejo.
Nunca
pensé estar presente en uno, sabía de su existencia, nunca en uno y jamás
imaginé quiénes son parte, aunque con algunas sospechas, pero nadie habla de
ello.
En
el recito, en el Gran Salón estaban reunidos frente a una mesa:
Thereverend
Owen, Artemisa, por el broche en sus ropas, ella es la presidenta del Consejo,
lo cual tendría total sentido y explicaría la cantidad de poder en sus manos.
Beto
Minero mejor conocido como el Master Mechanique, el único confiable en la
Maquinaria para la distribución y reparación de vehículos, incluso, tiene su
propia escudería en F1. Nada queda fuera de su mirada, ya que él se encarga de
la seguridad en los vehículos, junto con los contactos que hace en los Tours de
cada competencia, gracias a él la información de otras "Células" es
entregada.
Reconocí
a Fabian Alberto Alpuche el líder de los Arcángeles, los entrena, registra y es
quien tiene total control operativo dentro de la agrupación, es obvio que
estuviera ahí.
Yolanda
Salas, la Reina de los Susurros, gracias a sus acciones comunitarias y trabajo
en teatro, monta obras para su presentación internacional, reclutar nuevos
espías, dispersar información y consolidar redes de información en todo el
mundo, todo dentro de su Caravana de los Secretos Compañía Teatral.
Arturo
llamó a la mesa a los presentes, no me nombró, quedé de pie esperando algo.
Artemisa
comenzó la junta pidiendo que se votara por para sentarme en la mesa como
Consejero temporal. Todos a favor.
Mi
asistente acercó una silla y me entre Fabián y Yolanda. Ambos me dieron la
bienvenida, aunque Fabián me dijo que al terminar quería hablar conmigo.
—Atención
a todos —Dijo Artemisa con voz tajante— Estamos en una situación frágil....
***
El
Consejo abordó de inmediato los hechos ocurridos, gracias al descubrimiento del
líder de los Lobo se tuvo más tiempo; se decidió pactar con ellos una anexión
al grupo, a lo cual todos estuvieron de acuerdo, Fabián dijo que pondría a su
mejor Arcángel para ello, a Janis Yerbabuena y el Consejo liberó que fuera a
pactar con Andrés CazPer dicho momento. Intenté rechazar, pero Artemisa declaró
que era un "Favor" menos. No tuve más remedio, aunque me pareció
extraño que usará algo así para convencerme, me puso a pensar, Fabián se
percató de mi rostro, no se le puede ocultar nada a quien entrena... a quien
nos entrenó.
Se
colocó sobre la mesa el tema delicado de la ruptura de la Maquinaria por la
intervención de los Lobos. —Al parecer los rumores se hacen ciertos —dijo
Yolanda— El Crimen Organizado está sufriendo pérdidas de dinero a raíz de las
acciones del Gobierno, los Lobos vieron una oportunidad de involucrarse y tomar
poder, ayudando al CO y vinculando a la Esfera Política.
—Nunca
nos hemos metido con ellos —dijo Minero—, se supone hay un Código...
Artemisa
dijo: —Hasta ahora se ha mantenido ese Código, mis fuentes me han dicho que sí
hubo un intento, pero no se hizo a más gracias a la desconfianza sobre la identidad
del Lobo. Ahora boletinado, será más complicado.
—¿Será
que el Lobo tiene información? —Preguntó Fabián.
—Eso
nos lo dirá el Cuervo en su momento. —Sentenció Artemisa.
El
siguiente punto fueron las acciones de la EP y porqué comenzó a quitarle terreno
al CO.
—Dinero...
—Dijo Yolanda.
Informó
sobre el trabajo de sus espías, al parecer el Gobierno está reclutando gente
fuera del sistema, fuera del Ejército para crear una resistencia civil,
reordenar el poder en una revolución acotada.
—Debemos
estar atentos a nuestros protocolos de salida —dijo Artemisa— porque de ser
verdad, nadie de nosotros estaría a salvo... y cualquiera podría reclamar su
lugar en este Consejo.
Se
le designó a Minero la tarea de afianzar las alianzas en el extranjero, pero
sin dar mayor información. Artemisa dijo: —Es importante designar los países
donde estaremos temporalmente en lo que se calman las aguas. El tráfico de
información que tenemos caerá con algo de este tamaño, debemos proteger todo...
como precaución.
Dentro
de mí solo pude pensar "Protocolo 21".
—Atiendan
sus Protocolos, tienen 12 horas para ello, sin excusas. —dijo Artemisa y todos
aceptaron— por otro lado, tenemos que hacer una alianza con el CO.
Hubo
silencio en los presentes. Intenté una broma sólo para romper la tensión: —Yo
estaré con los Lobos... ni me vean.
—De
hecho... —dijo Artemisa mirándome fijamente— el Lobo puede pactar con ellos. El
será la Ofrenda.
—¿Dos
"Favores"? —Pregunté. Artemisa solo bajó sus lentes y con un dedo me
hizo saber que seguía siendo uno solo Favor.
Entendí
que debía callarme. La reunión tocó el punto de Spettacolare Tadeo Joseph y lo
que sucedió en el Wilkommen, se pactó hablar con Elda América para un préstamo
y lograr reactivar el lugar, además de incorporar en sus filas a un Arcángel.
Fabián tomó la palabra y dijo tener al indicado. —Su nombre es Angel Gómez.
Luego
se giró a mí diciendo en un murmuro: —A este paso me dejarán sin Arcángeles.
Continuamos
con el problema de la "Furia" en la ciudad. Yolanda sólo comentó su
nombre Cris Amayrany Acosta Lion y es algo que todos sabíamos.
Minero
sí comentó: —He escuchado que ella es conocida como un camaleón y que es 100%
efectiva. ¿Recuerdan al Dictador Cabeza de Tigre?, ella fue...
—Sabía
que había sido una Furia... —dijo Fabián— debo a aceptar que es impecable su
trabajo.
—Eso
no le resta temor... —dije.
Se
le encargó a Yolanda reforzar la información sobre esa "Furia",
aceptó.
Cerrando
la reunión, se hizo intervino en el caso del Cardenal, dando a conocer el
paradero de Yorleni Mendoza en el caribe mexicano, en una cada de seguridad
rodeada de Sombras. Yolanda investigó y comentó que no encuentra un vínculo
ante ello; puso a disposición del Consejo un disco duro con toda la información
que obtuvo.
—Se
ha revisado y nada —Dijo Yolanda.
—¿Yolanda?
—Me dirigí ella— ¿Qué sabes de es tipo que se me acercó en el Wilkommen, ese
tal Neil Arturo Hernandez Pinto?
—En
unas horas tendrás información... —Me respondió.
—No
sólo lo hacía, de dónde era, también quiero saber dónde está su cuerpo.
Artemisa
preguntó si no existía otro asunto a tratar, al cual pregunté: —¿Quién es La
Mano?
Se
comenzaron a mirar entre ellos, Artemisa fue la que rompió el silencio: —Ni
nosotros sabemos... tenemos en cuenta que es un grupo que probablemente esté
fuera de acá, pero si están metidos en esto es que realmente les preocupa la
situación. Mientras sigas cubierto por La Mano, sabremos que la situación aún
tiene esperanza.
***
En
la habitación, recostado, estuve recordando lo que me dijo Fabián.
«Quiero
que regreses al "Cielo"»
¿Yo?,
¿regresar a ser un Arcángel con estatus de Maestro?
Me
pregunté. Realmente mis dudas surgieron de ello, en otro momento hubiera
aceptado, pero por qué ahora, realmente no me siento capaz o que realmente me
lo merezca. Sigo mi instinto, esto me confunde. Es sentir la verdad del camino
a tomar, pero por la camaradería con Fabián se nubla la decisión. Nunca
pensé... y vaya, siempre estoy diciendo nunca pensé últimamente, ¿quién vive
así y tan de golpe? ¿Será que se me complicó este cuento? Debo darle salida a
estas cosas, junto con la orden de Artemisa: «Convence al Lobo, lleva a la
Serpiente». Tengo que dejar estos monólogos caóticos o pensarán que sólo estoy
rellenando la trama.
***
Esperé
a Dan hasta pasada la noche, me avisó que ya venía en camino. Le mandé un
emojin de un beso. Me sentí un adolescente, sonreí pensando que de verdad me
estoy volviendo sentimental.
Me
explicó la reunión y audición que tuvo con Antonio López y los planes de una
puesta en escena de «Jesucristo Superstar», la vi muy emocionada y traté de
cambiar mi cara, dejé a un lado todos los problemas y me enfoqué en su alegría.
—¿Qué
se siente? —Le pregunté a Dan.
—Ha
sido un sueño...
Tomamos
un café para conversar de toda su experiencia, luego un whisky en las rocas con
cigarrillos para conversar seriamente.
—¿De
verdad no extrañas un hogar?
—¿Y
tú? —Respondí.
Dan
observó por la ventana, comprendí esa mirada, es la que mil veces coloco cuando
alguien me pregunta de mí.
—Tengo
un departamento muy bonito —dijo— es el Sur Centro, no es la gran cosa, es muy
pequeño, con un gato que viene a visitarme, lo llamé Bondiga, Al Bondiga...
—Muy
árabe, eh —interrumpí levemente sonriendo.
—Calla...
—fumó— antes de eso estuve en pequeños cuartos de vecindad, no me avergüenza,
me siento orgullosa, ¿sabes?, conocí a muchas buenas personas ahí.
Pasamos
un momento en silencio, sólo el ruido de los cigarrillos quemarse, nuestro
aire, el golpeteo de los hielos en el vaso.
—¿Cómo
llegaste al Wilkommen?
—¿Ya
vamos a empezar con preguntas muy personales?
Me
encogí de hombros y sonreír.
Dan
me relató de un tipo que conoció cuando ya era titular con la banda de jazz el
Huracán, algo así como el Lobo, pero mucho más visible... se hacía imponer
dijo. Ese tipo le comenzó a dar regalos, a veces pedía al lugar cerrarlo para
que Dan diera función privada.
—Un
día... como cuento malo de hadas, ese tipo me pidió salir con él, pensé era
buena idea, también ni estaba mi situación en ese entonces. No sé qué hubiera
pasado de mí, me hizo su novia, realmente, fue de esos momentos que me sentí
dominada, era muy persuasivo, y le acepté.
—¿Cuánto
tiempo estuviste así?
—¿Como
esclava?, unos dos años...ese tipo me tenía como esclava, no mal entiendas, me
trataba bien, pero era intocable, era su esclava.
Le
hice la seña si quería más Whsky, aceptó.
—¿Golpes
o algo?
—No,
nada así, pero no porque no existan los golpes o moretones significa que todo
está bien...
Tenía
curiosidad, el menos intuí en ese momento lo que sucedió.
—De
todo —dijo Dan— tenía un fetiche raro. Le gustaba mucho que me vieran tatuar.
—¿Tu...
espalda?
Ella
sólo me miró por dentro del vaso cuando tomó su trago. No dijo más.
Se
levantó, me tomó de la mano y fuimos a la cama a recostarnos, manteniendo el
silencio. Ella hizo preguntas sobre esa vida de poeta que uso de máscara... le
contesté de todo, breves anécdotas y rupturas e corazón. Pasamos nuevamente un
tiempo en silencio.
—¿Sabes
qué me gusta de ti? —preguntó Dan— Que no insistes con preguntas, sabes cuándo
hacerlo, cuando tener silencio, cuando... cuando... cuando... —suspiró— eres un
buen hombre.
—Intenso
serlo, Dan...
Tomé
mi teléfono, le pregunté si podía poner música, Dan dijo que quería estar en
silencio. Besé su frente, nos abrazamos.
—¿Un
día me escribirás un poema?
Nos
abrazamos, suspiré. Le dije que ya lo tenía en la mente, sólo necesito de
tiempo que salga a jugar en papel...
—¿Siempre
das respuestas así?
—No
l...
—...lo
sé —interrumpió.
Ella
suspiró, dijo: —Creo que me podría acostumbrar a esto— y se abrazó más a mí.
—No
sé qué siento por ti —dijo Dan—, pero algo me sucede contigo.
—Me
sucedes, también me sucedes, Dan.
***
A
mitad de la noche me salí de la cama, no podía dormir.
Me
acerqué a Dan y le dije casi en un murmullo: —Mon nom s'ouvre à ta voix —le
besé la frente.
Afuera
estaba una guardia, pedí saber dónde practicaban tiro.
Intentó
escoltarme, pero pedí que aguardara por Dan y si ella preguntaba le dijeran
donde estaba.
En
el área de entrenamiento estaba Cecilia Larregui y el Arcángel que me
designaron, Janis, le pregunté si también estaban sonámbulas y Cecilia hizo más
conversación, el arcángel mantuvo su distancia.
Tomé
el arma que me fabricó Hiram Barrera y Rahdael Gagnebet sentir la empuñadura,
el desplazamiento del gatillo, el golpeteo y retroceso del arma, era poesía
pura en cada detonación; una ronda sencilla para calibrar, aunque no fue
necesario. Era perfecta...
Le
pedí a Cecilia blancos en movimiento, comencé una ronda, no era perfecta, era
la necesaria, disparos entre el cuello y pecho, donde el chaleco antibalas no
cubre, las piernas, los hombros, tiros efectivos, un cargador, otro, otro más.
En cada disparo estaba liberando toda la tensión desde hace mucho, recordé la
vez que Omar Capistran y yo estuvimos a punto de morir con esos rusos, la vez
en que Yessica Brau y yo tuvimos nuestra primera misión, recordé a quiénes les
disparé, a todas las víctimas que fueron cotejadas como daños colaterales,
todo, recordé a esa mujer que perforó mi alma con la traición, todo, sentí una
ráfaga que se liberó en cada disparo, todo, fui exorcizado, incluso recordé
cuando comencé a escribir este cuento salvaje.
—¿Todo
bien? —Preguntó Cecilia...
—Sí
—dije—, ahora sí.
—Ve
a descansar, será un día pesado.
Le
hice una seña con los ojos, como preguntando que hacían despiertas.
—Estamos
planeando escapes y coordinando habilidades. —Respondió fríamente Janis.
Les
Sonreí. Pregunté a Cecilia si ya había usado su regalo, respondió que hizo una
prueba y es un rifle maravilloso.
En
el regreso a la habitación pensé tantas cosas, los nexos, los nodos, todo lo
que se implica en esos momentos.
Saludé
a la guardia, me hizo saber que todo estaba en orden. Con mucho cuidado accedí
a la habitación, me desnudé para tomar una ducha, no me gusta el olor a
pólvora. Me vi en el espejo del baño, suspiré. Dan entró, estaba un poco
despeinada, me vio, me besó, un beso tan intenso que casi me provocó lágrimas.
Le miré, con esa mirada le pregunté en qué ocurría.
—No
lo sé... —respondió.
***
Recién
llegó el alba, me senté a meditar un poco, a pensar, pedí algo ligero para
desayunar, prensa francesa con café, pan tostado y algo de fruta, después de un
buen rato fui a ducharme, tomé mi tiempo, me rasuré, puse mucho cuidado con
cada detalle. Al salir fui a despertar a Dan par que se alistara. A regañadientes
fue a tomar un baño.
Dispuse
toda mi ropa, me vestí en silencio, pero escuchando a Dan cantando... escondí
mi navaja, ajusté mi arma nueva en la cartuchera y me coloqué el saco. Dan
salió y caminó desnuda por la habitación, abrió las cortinas.
—¿Qué?
—Me observó con esa mirada— A las serpientes nos gusta el sol.
Se
fue a sentar así a desayunar casi en frente de la ventana, le acompañé con el
café. Conversamos sobre sus ensayos y toda la agenda que tendrá en el Universo.
Unas cuantas risas. Se levantó y estuvo desnuda caminando por el lugar, sentí
que estábamos en un punto donde ya no tenía que esconder su tatuaje.
Mensaje
de teléfono de Cecilia, ya nos estaba esperando.
Bajando
a la entrada Dan preguntó si todos vamos a ir en Nyx, le respondí que Minero debe
hacerle unos arreglos que le pedí por parte de Arturo y que era una acción
diplomática: —Usaremos un auto de la Luna.
Janis
y Cecilia nos estaban esperando dentro, Dan y yo nos fuimos a la parte trasera
del automóvil. En el transcurso les repetí que nada de trucos ni que intenten
ser gatillo fácil. Cecilia bromeó, Dan la miró raro, como expresando que desde
cuándo ya habla más. Janis solo dijo de manera cortante: "Entendido".
Durante
el camino me contacté con Angel De Jesus Ortiz Perez, le comenté que estoy
buscando el cuerpo de un mensajero llamado Neil. Yolanda me informó a detalle
de toda su vida, aún debía que descifrar porqué es tan importante un mensajero
de cuarta.
Ángel
confirmó las características, le pedí de favor me esperé antes de cremar ese
cuerpo. Aceptó.
***
—Bienvenidos
a la guarida del Lobo... —dijo Janis.
Llegamos
a un enorme gimnasio de artes marciales, justo a un costado de un centro
comercial, en la Plaza Poniente 3.
Es
el mejor escondite para ese Lobo, pensé.
Cecilia
se quedó en el automóvil, caminamos Dan y yo rumbo al sitio, Janis nos acompañó
estando detrás, marcando que es un Arcángel.
En
la puerta nos recibió Eliseo Ek con su brazo herido; le saludé para decirle que
tenemos audiencia pactada Andrés. Hizo una mueca y con ademán de mano pidió que
lo siguiéramos.
El
lugar es un gimnasio, realmente un gimnasio, aunque tenía un aire preocupante.
La mayoría que fui contando, entre los aparatos, los tapetes de artes
marciales, el ring y la pista, nos observaron más allá de ser clientes.
Eliseo
nos llevó a un área exclusiva, aunque todo a la vista, sin muros, nos escoltó
hasta la zona dónde estaba entrenando Andrés...
Dan
me preguntó discretamente si sabía pelear.
—Solo
Karate callejero... me ha funcionado, sigo vivo.
Escuchamos
como Andrés tomó a un tipo y lo arrojó al piso, le aplicó un candado y se
rindió de inmediato. Pese a su temple, es un buen maestro, lo reflejan sus
alumnos. Eso es algo complicado, si nos metemos en problemas será muy compilado
salir. Pensé.
—¿Qué
trae por acá a La Reina de las Serpientes?
Andrés
hizo una reverencia, se arregló su atuendo de lucha y se acercó respetuosamente
a Dan. Conmigo solo me miró enojado, pero preguntó por Janis. Los presenté.
—Desconozco
si te gustan los rodeos o vamos al grano, pero me imagino que Josselin Cordero,
el mensajero negro de la Luna, te entregó una carta.
Con
ademán extendió su brazo y de inmediato Elíseo le puso el papel.
—Vamos
al grano... —dijo.
Comencé
a hablar, pero el Lobo me detuvo...
—Acá
tenemos una regla: Para ganar la confianza de la manada se necesita un combate.
Miré
a Dan, sabía que estaba perdido de ante mano, no tenía las capacidades de lucha
como las tiene ese tipo.
—Entonces
—dije—... Janis será nuestra campeona.
Janis
me miró, encogió los hombros y se quitó el saco, la blusa, dejándose una
playera ajustada que portaba debajo. Se quitó los zapatos, los artículos que
tenía y se tronó el cuello.
Andrés
sonrió y mando a llamar a Zaira Vania Solano Alonso.
—Te
presentó a nuestra Campeona —dijo.
Les
entregaron unas guanteletas, protección y se pusieron en el centro del tapete.
Todos
los demás lo rodeamos, incluso, todos los presentes en el lugar se acercaron.
Andrés gritó que nadie debía grabar con su teléfono, un grito, una orden que
todos acataron.
Janis
se puso en guardia, Zaira también.
Comenzaron
a moverse, ambas se desplazaron midiéndose, furtivamente, se acecharon. La
primera en atacar fue Janis, Zaira bloqueó. Fue un combate técnico, golpes, se
esquivaron todo, fintas, se retiraron un poco y es cuando Zaira tomó la
inciativa y comenzó una ofensiva más agresiva, patadas, Janis esquivando y
bloqueando, se escucharon fuertes impactos en cada defensa; Janis la derribó
con una barrida, Zaira rodó, evitó la llave, se levantó de golpe, volvió a
atacar, Janis se defendió; golpe a golpe, patadas que nos dejaron congelados a
todos. 3 minutos lentos, eternos, de fuertes ofensivas y defensivas...
—¡¡Alto!!
Gritó
Andrés. Caminó hasta el centro y felicitó a Janis, felicitó a Zaira. Comenzó a
reír muy fuerte.
—Vaya
campeona que te cargas... —Me miró.
La
ovación no se hizo esperar. Janis se quitó la protección, Zaira también y se
saludaron con esa mirada incendiada en espera de volverse a encontrar.
Desde
que Janis nos acompañó pensé que no sonreía.
Andrés
nos pidió acompañarlo a su oficina. Les gritó a todos: —¡Sigan!
De
inmediato todos se fueron a sus lugares a entrenar.
Pregunté
si Zaira era su sombra...
—¿Sombra?,
no, los lobos no las necesitamos... pero mi mejor elemento —miró a Janis—
pregúntale a ella que le lastimó el hombro.
—Estoy
bien —dijo Janis.
—¿Elíseo?
—se acercó a Andrés— Trae unos parches para Janis.
Explicó
que la observó volverse a poner el saco y tuvo una leve queja al alzar el
brazo.
En
mí pasó el pensamiento que Andrés podría ser un buen Arcángel, incluso, al
mismo nivel que Fabián.
Comenzamos
a platicar sobre la alianza y su inclusión en el Consejo. Andrés no pensó mucho
las cosas, aceptó, la única condición es que no usen a sus Lobos como ejército.
—Mira,
Cuervo, sé que algo grande llega... —dijo Andrés— y no pienso en una guerra,
mucho menos a exponer a mi gente.
—¿Y
por qué romper la Máquina? —Pregunté.
Guardó
un poco de silencio mientras se sirvió un poco de agua en un vaso.
—¿Por
eso quieren esté de su lado?
—En
parte... —Respondí de inmediato.
—Te
gusta jugar con fuego, ¿verdad? No sólo puedes aceptar que estoy con ustedes y
ya... ¿Es muy complicado?
—¡Lo
intentaste matar! —Dijo Dan observándolo directamente.
Andrés
tomó agua. Agachó la mirada ante ella. Janis tensó los músculos de su
mandíbula. La observé a los ojos para decirle que todo estaba en calma.
—Andrés...
—le dije— ¿qué ocurre?
—Me
dijeron que estabas buscándome para asesinarme...
El
líder de los Lobos nos contó la historia de un chico de 13 años que su familia
había sido esclavizada por uno de los 6 grupos del OC, obligados a servirles
por las deudas que acumularon al no pagar el derecho de uso de su restaurante.
Ese niño estuvo en uno de los gimnasios de esos grupos para ser entrenado como
sicario. Cuando estalló la batalla entre esos grupos, hubo muchas muertes,
bajas en todos los bandos y comenzaron a dejar en libertad a muchos de esos
niños que dieron pasó a varias pandillas. El CO se reorganizó en un grupo único
y coptó a todos esos niños para un gran ejército. Ese niño, según Andrés, se
hizo de buenos contactos en su entrenamiento, ganó varias competencias para
esos grupos, se hizo de prestigio y le premiaron por su lealtad... lo único que
pidió fue ser libre de toda deuda. Se lo dieron. Para ese entonces, la familia
Cervantes unificó a todo el CO en un gran grupo.
El
niño de la historia creció y fue ayudando a todos los niños que querían salir
de esa vida, a los que necesitaban salir de las drogas, a todo niño que quería
ser libre. Andrés dijo que él fue la inspiración para hacer el gimnasio y
fortalecer esos ideales.
—Tú
eres ese niño... —Dije.
Andrés
sonrió haciendo una mueca.
—¿Y
por qué te refieres a ti mismo como niño en una historia?
—Juegas
muy pesado, cuervito...
—Ayúdame
a entender... sólo eso pido.
—Ese
niño murió cuando llegó esa batalla. Su puta Maquinaria no hizo nada para
salvar a todas esas personas. Sólo se quedaron en su Torre de Babel sin hacer
algo, dejaron que las calles se llenaran de sangre. No vengas a acá a decirme
cómo deben ser las cosas. ¿Dónde estabas en ese entonces?
Un
recuerdo me perturbó, dos palabras, un nombre que me dejó helado. Respiré,
regresé a esa oficina.
Dan
se hizo hacia adelante: —¿Por qué te querían asesinar? —Preguntó.
—Recibí
una carta de Tony Cervantes y sí, el mismo Tony, ése, el hijo del Señor
Cervantes.
***
Camino
rumbo al automóvil, algo que hicimos en silencio. Dan me tomó del brazo.
—Te
gusta meterte en problemas, ¿verdad? —Dijo Dan.
—Parece
que estoy aburrido, ¿no?
Dentro
del vehículo, les pedí un momento, un par de segundos, ya que me llamó la
atención las personas que entraban y salían de esa Plaza comercial. Le dije a
Cecilia que arrancara muy despacio.
Le
pusimos al tanto de todo lo ocurrido al mismo tiempo que teníamos el altavoz
del teléfono para comunicarnos con Artemisa.
Al
colgar le pregunté a Janis si tenía buena memoria. Entrecerró los ojos.
—Vale
—me referí a todas—... Andrés tiene comunico directa con el CO, no vínculo,
pero sí comunicación. —me referí a Janis— ¿Puedas recordar a algunas de las
personas que estaba en la plaza?
Janis
intentó hacer memoria...
—Pues
—dije— son familiares dentro del CO. Esa plaza comercial la visitan su gente.
Eso significa que ese territorio está prohibido. Si lo piensan, Andrés nunca
iba a ser descubierto, no debía ser descubierto. Él no es el problema, él no
quiso romper la Maquinaria...
—¿Entonces?
—Preguntó Cecilia.
—Alguien
lo utilizó junto al CO para que todos entráramos en una guerra. —dije.
***
Dentro
de la Luna le reporte más cosas a Artemisa y a Arturo. De inmediato les
anunciaron a todos lo que ocurrió.
—Andrés
se encargará de hablar con Los Cervantes. —Dije.
Artemisa
fue muy clara, algo grande se está cocinando y debían adelantarse para saber
cómo actuar ante el Protocolo 21.
Las
palabras de Andrés volvieron a resonar en mi mente, llegué a un punto que no sé
quién tiene la razón o en quién confiar.
Arturo
me comentó que las modificaciones a Nyz ya estaban terminadas, me dio las
llaves. Aproveché para comentarle que saldré a las instalaciones de limpia a
ver a Ángel en su funeraria, además de indicar que Cecilia debía que darse,
solo Janis y yo. Arturo asintió.
El
ambiente en la Luna se tornó denso desde la reunión del Consejo y la
información revelada.
Rumbo
al Mictlán estuve hablando con Janis sobre su entrenamiento, diciendo que ella
se especializó en el combate cuerpo a cuerpo. También le pregunté por su
hombro.
—No
es nada...
—Pero
Andrés me hizo ver, al menos, que debo poner más atención.
La
elegancia del Mictlán con su fachada en mármol negro nos dio la bienvenida. Al
ingresar al monumental recinto nos atendieron de inmediato para llevarnos con
Ángel. Nos saludamos y como tenía cosas qué hacer, tuvo que dejarnos con la
médico forense en jefe, Susan Martinez.
Ella
nos llevó a la morgue, nos pidió vestirnos con las ropas adecuadas para
ingresar y fuimos hasta los cajones de enfriamiento para los cadáveres que no
reclaman al momento de «limpiar» un lugar.
—Aquí
está... —dijo revisando su tablet— individuo 674589-A, mejor conocido como Neil
Arturo Hernández Pinto.
Abrió
la caja, la expuso, rodó y ella levantó la sábana. No tenía necropsia. Solo la
herida de bala infringida por Daniel Marin Trujillo aquella noche.
—¿Y
el que lo mató, dónde está?
—Lo
lamento —dijo Susan— él ya es cenizas. Por protocolo solo los tenemos un
momento acá, luego los "eliminamos" para no crear tanto espacio. Tú
llamada llegó a tiempo. Ya estaría en bote de metal.
—¿Por
qué no autorizaron necropsia?
—No
fue necesario, sólo se extrajo la bala y se catalogó.
—¿Y...?
—No
puedo dar esa información...
—Vaya,
lo intenté, ¿no? Entonces debo pedirla al Ejército.
Susana
asintió con la cabeza.
—¿Qué
se debe hacer para pedir una necropsia? —Pregunté.
—A
estas alturas, sólo debes pagarla. Ya que no fue por caudas extrañas, solo fue
una bala.
Le
extendí el plástico negro. Susana tomó un intercomunicador y pidió una terminal
bancaria. Llegaron casi de inmediato, pasaron la tarjeta y se aceptó el pago.
Nos
pidió pasar a otra habitación en lo que preparaban la necropsia.
—Eehhh...
—dije— ¿le pueden pasar un detector de metales por todo el cuerpo antes?
Susana
aceptó. Dijo: —Paga manda.
Después
de un rato, Janis y yo estábamos esperando en una sala continúa. Susana entró
con un reporte.
—Fue
interesante... —dijo.
El
reporte mostró un chip en la base de la nuca, por el estado del cuerpo y la
temperatura del lugar, junto al asilamiento del sitio, el chip dejó de
transmitir desde hace un par de días. Nos entregó en una bolsa esterilizada el
objeto, junto con otro en forma de una pelotita alargada color metálica de buen
tamaño, como una pera. Susana informó que era una bomba de impulso
electromagnético encontrada en el recto del sujeto.
—Es
lo más extraño que he visto, en verdad. —Dijo Susana.
—¿Doctora?
—dije— Me gustaría ver los registros de los cuerpos que han llegado desde hace
5 días a acá. No busco bajas de pandillas ni el atentado en el Wilmommen.
Me
dio acceso sólo a los registros de fechas y causa de muerte. Lo más extraño fue
uno de los sicarios de los Cervantes muerto en un callejón al norte de la
ciudad. Causa de muerte: Veneno.
Pedí
ver el cuerpo, la doctora dijo que no se podía tener acceso, porque estaba en
cuarentena, ya que el examen toxicológico no había mostrado resultados.
Pregunté si tenía fotografías y me las mostró. El rostro de ese tipo estaba
irreconocible, estaba a nada de ser una masa morada de tejidos.
Le
agradecí a la doctora sus atenciones y le pedí que le enviara a Ángel mis
saludos.
Antes
de ingresar a Nyx, caminando, tomé mi teléfono y le dije a Artemisa: —Tenemos
otra «Furia» en la ciudad. Sí, sí, estoy seguro. La conozco... se llama
Dulainis Vasquez.
Colgué
la llamada.
***
A
medianoche, sentados en el piso, recargados en la cama, abrazados, Dan y yo
estuvimos platicando de todo lo de estos días. Llegó el momento de hacerlo
claro, le dimos muchas vueltas, varias conversaciones para no meternos de lleno
en el problema que se estaba dando.
—¿Tienes
miedo? —Preguntó
—Sí,
Dan, debo confesar que sí.
—Preferí
que me mintieras.
—¿Para
qué? —lo dije suave— Dan, el miedo que tengo es regresar a una habitación y no
verte, por eso tengo miedo... me sucedes, Dan Rivera.
Después
de un momento en calma, ella me dijo: —¿Podemos ir por Al Bondiga?
Le
sonreí, diciendo que si el dueño aceptaba, lo adoptaríamos.
—Los
gatos no tienen dueño... es de quién los complace.
Quedamos
en un acuerdo, no solo con ese gato, fuimos francos, pese a la situación
sabíamos que era reconfortante darnos esos momentos juntos que nos lavaban el
día y eran momentos donde se convertían en oasis en toda la tormenta. Nos
encontramos en un momento en el azar y desconocíamos si era el correcto, pero
no teníamos ahora. Un cuervo y una serpiente en una habitación en la luna.
Hasta resultaba poético. Dos personas con un pasado aún misterioso, con sus
secretos, sus historias, encontrados en un momento fortuito, algo que tal vez
un escritor pudo hacer en un Cuento Salvaje.
—¿Irás
a verme en los ensayos?
—Si
Antonio lo permite, sí.
—Quiero
que estés ahí... —Dijo.
***
La
agenda del día fue complicada.
Fabián
me informó que estaba saliendo con el Arcángel para Spettacolare Tadeo Joseph y
que llegarían a la habitación del Magnum que se le asignó mientras terminan las
reparaciones del Wilkommen. Un pendiente menos, me dije.
Se
me informó que Janis cumpliría escolta con Dan cuando no ella fuera a los
ensayos en el Universo y en cada acción fuera de la Luna. Cecilia se mantenía
como mi sombra. Ella y yo fuimos al Noreste de la ciudad, a la zona de brujas
como le dicen porque hay construcciones góticas y gótico tardío, la parte
cultural y mística del lugar. Debíamos buscar a Caren Yanet para hacerle una
serie de preguntas.
Viajando
en Nyx estuvimos en total contacto con Beto Minero para que nos dijera sobre el
objeto encontrado en el cuerpo de Neil.
Nos
ratificó que era una bomba electromagnética, aunque de bajo rango, pero lo
suficientemente poderosa para dejar deshabitado un piso de un edificio, aunque
hubiera destruido al portador de una manera grotesca.
Estuvimos
preguntándonos quién lo hubiera hecho.
También
contactamos Andrés CazPer para pedir informes sobre Daniel y porqué mató Neil
esa noche.
—No
tengo respuesta a ello... —Nos dijo por teléfono.
El
tono de su voz denotó decepción de que uno de sus lobos hubiera sido corrupto.
Le dije que iríamos a ver a su madre Luciana porque nos quedaba en el camino
antes de ir con la Doncella del diablo.
En
el barrio, nos dirigimos a la casa de la madre de Daniel.
Estaba
todo cerrado, importantemente extraño. Cecilia preguntó qué haríamos.
—Método
guerrillero —me observó abrir el porta equipaje de Nyx, sacar dos llaves
inglesas e ir por el candado de la reja—... entramos y luego preguntamos.
La
casa de un solo piso, un poco descuidada, con bolsas de basura afuera de la
puerta, dentro del jardín, dando un olor nada agradable. Cecilia se acercó a la
puerta y le detuve, ella preguntó si usaría de nuevo las llaves, pero le
respondí que algo no estaba bien. Salimos. Fuimos hasta Nyx, dimos una vuelta a
la cuadra y nos estacionamos un poco lejos. Hice llamada a la policía para
decir que un par de personas vestidas de negro estaban rondando la casa de una
anciana. En unos minutos llegó una patrulla, observó el candado roto, entraron
dos policías, tocaron la puerta, gritaron si había alguien, intentaron abrirla
y se escuchó una detonación. Le dije a Cecilia que contactara a los Servicios
de Limpia... y que tuvieran cuidado. Arrancamos discretamente.
Volvimos
a contactar a Andrés, explicamos lo que sucedió. Pedí de favor que fuera a
buscar datos sobre Daniel y su madre con los habitantes del barrio. Aceptó.
***
—¿Otra
Furia? —Me dijo Omar Capistran al teléfono.
Le
pedí que contactará a Feer Gump Aguilar para que me investigue dos cosas: Todo
lo referente a la muerte de del dictador Cabeza de Tigre y las redes sociales
de Neil Arturo Hernandez Pinto.
Nos
despedimos y Omar me dijo que en la tarde nos reuniríamos.
—Pregunta,
Cecilia Larregui —le dije.
—Nunca
pensé llegar a algo así.
Esa
frase me ha acompañado a lo largo de estos días.
El
barrio gótico de la ciudad es una muestra ecléctica de estilos, predominando el
gótico y el gótico tardío; los comercios de ahí se integraron bien con el
paisaje urbano, aunque cierta publicidad no y algunas personas. En ciertas
fechas el lugar parece una máquina del tiempo por los vestuarios de quienes
visitan el barrio y por algunos residentes.
La
dirección que nos dio Musa Venal fue llegar al edificio ubicado en Nápoles,
esquina con Palermo, la mejor forma de ubicar el sitio es que la planta baja es
una tienda de hierbas y amuletos.
Estacionamos
a Nyx a unos metros, desde lo anterior en la mañana debíamos extremar toda
precaución. La tienda del Tiempo no difiere mucho de otros locales con esa
temática, salvó que tienen un pequeño bar en el fondo que sirve para contactar
sicarios. Dejamos toda arma de fuego y solo portamos navajas, es regla, según
nos dijo Musa.
Caminando
al edificio le dije a Cecilia que debía entrar con toda naturalidad, los sentidos
pueden engañar, Musa comentó que las infusiones y aromas alteran un poco los
sentidos.
Entramos,
una campanilla nos anunció. Directamente una mujer con rasgos peculiares,
mirada hermosa y voz suave nos atendió. Su cuerpo cubierto de tatuajes me
recordó a Dan. Pidió saber si portábamos armas, lentamente mostramos nuestras
navajas, las tomó.
—Vulgar...
—dijo al tener en las manos la navaja de Cecilia.
Cuando
tomó la mía me observó directamente y su mirada se alegró.
—¿Y
esto? —Preguntó mirándome y luego regresar al arma.
Reconoció
el trabajo de la Casa de Armas de Hiram Barrera y Rahdael Gagnebet.
Nos
pidió acompañarle. Su vestuario exponía casi todo su cuerpo tatuado, era
inevitable no dejar de mirarla y ella lo sabía, ya que me observó por detrás de
su hombro sonriendo.
Del
otro lado de una puerta nos guio por un bar muy tranquilo, casi reservado,
sentimos las miradas de algunos sicarios y traficantes que estaban ahí para
algún negocio, reunión de trabajo o ser llamados por el Diablo.
—¡Orale,
pinche Cuervo!
Se
oyó el grito de Juan Manuel Manriquez, mejor conocido como El Diablo.
Me
saludó efusivamente, le presenté a Cecilia.
De
inmediato no ofreció algo de tomar, pero le pedimos agua, sólo para no rechazar
la oferta.
—¿Agua?
¿Dónde quedó ese cuervo que tomaba tequila?
—En
Barranquilla... y lo sabes.
—Es
una mamada —mirando a Cecilia— este cuervo hizo un desmadre en el Colombia...
casi lo sacan del país en una pinche caja.
—Pero
diles quién me mandó allá...
El
Diablo se comenzó a reír muy fuerte. Después de un par de anécdotas más le
dije: —No queremos quitarte más tiempo... ¿habló contigo Musa?
Se
levantó para servirse más whisky, mientras lo hacía dijo que ya no quería
seguir debiendo favores a Musa.
Mandó
a llamar a Caren... era la chica que nos recibió en la entrada.
—Ella
es la Doncella de este diablo, es la mejor asesina a sueldo que podrías
contratar. —Nos dijo orgulloso.
—Si
no te jode queremos hablar con ella en privado.
—¿Qué
son? ¿Detectives de serie barata? No mames...
Caren
se sentó frente a mí, tomó un cigarrillo y comenzó a fumar.
—¿Qué
sabes de Yorleni Mendoza? —Pregunté.
—Me
ha contratado unas veces, solo "resolver" algunos casos
complicados...
—¿Alguno
en especial?
—Ninguno...
solo testigos de ciertas cosas, nada que afecte esta situación
—¿Qué
saben de todo esto?
—Mira
Cuervito —contestó el Diablo— no sé bien qué chingados está pasando, pero mi
negocio podría subir con la demanda de mis servicios. No me mal entiendas, pero
la paz pactada entre todos no da muchos frutos, por eso nuestros mejores
clientes son buenos profesionistas con poder... pero esto nos abrirá un
mercado. —Fumó— ¡Y quita esa pinche cara de sospecha!
—Sabes
que debo hacerlo... tú serías beneficiado con ello.
—Soy
cabrón, pero no para hacer estas pendejadas. ¿Qué ganó con exponerme así? Ya me
hubieran llegado todos. No, no, prefiero solo sentarme a recibir clientes.
—¿Qué
clase de profesionistas?
—Abogados...
políticos que quieren ocultar personas... No puedo darte nombres.
—¡Ah!
—interrumpió Caren— Una psicóloga.
Explicó
que fue un trabajo raro donde debía seducir a un tipo para meterle un huevo
metálico en el recto. Tomé mi teléfono y le mostré una fotografía. Caren
confirmó que ese tipo era Neil. También se les preguntó por el nombre de esa
psicóloga. El Diablo asintió pidiendo revelar el nombre:
—Janet
Damián... —Dijo Caren.
Nos
despedimos, teníamos la información necesaria. Le pedí al Diablo que estuviera
atento a todo movimiento, que estábamos en las calles para evitar un conflicto
más grande.
—Chingado,
cuervo —dijo— Seré un cabrón, hijo de la chingada, pero no un culero que
provoca o intenta provocar sangre.
Sonreí
y le dije que me alegra saber que sigue en su Código.
—Por
cierto, Caren —me giré un poco— ¿Quién te rayó la piel? Tengo ganas de un
tatuaje.
—Duvan
Vásquez. —respondió Caren.
***
La
información que me dio Omar sobre Neil fue poca, no había mucha actividad en
sus redes sociales e historial de navegación, salvo toneladas de pornografía.
No dio una dirección donde tenía un cuarto.
Cecilia
y yo fuimos hasta ahí, nos atendió la dueña del edificio, Iliana Utrilla quien
nos explicó varias cosas sobre Neil, las extrañas fiestas que hacía y la gente
que lo venía a visitar. Se quejó siempre dejaban bolsas enormes de basura por
las fiestas y que inquietaba a los otros inquilinos.
Iliana
es una mujer con fachada de administradora del edificio, pero su verdadero
negocio es tener mensajeros listos para entregar documentos, aunque no es como
los Mensajeros Negros, su servicio lo puede pagar cualquier persona...
Nos
llevó directo al cuarto de Neil. Ya estaba limpio en espera de ser ocupado por
una nueva "paloma", nos comentó Iliana.
Le
pedimos nos ayudara a revisar el lugar, a lo cual respondió que, ya habían
desinfectado todo, ya que dejó un chiquero. Comida en el piso, en el techo, una
verdadera pocilga y mucha pornográfica rara en todas partes. Le preguntamos por
esa clase de cosas.
—¡Degenerada!
—dijo refiriéndose a lo que encontró—, aunque nada ilegal.
Preguntamos
por todas sus cosas, Iliana dijo que tenía poca ropa, nada importante ni de
valor. Todo eso lo mandó a quemar por sanidad.
—¿Cómo
va el negocio? —Pregunté.
—Hemos
tenido crecimiento de pedidos, aunque debo reclutar más palomitas para ello.
Al
salir me fijé que los contenedores de basura estaban muy llenos con varias
bolsas, incluso, fuera del mismo, aunque no había un olor, salvo el de humedad
y orines de perro.
Cecilia
también observó el contenedor y le llamó la atención.
—Iliana
recluta vagos, quienes quieran dinero fácil y rápido. Sus palomas son
desechables... pides sus servicios y el remitente puede ejecutar al mensajero
si lo desea. —Arranqué a Nyx— Por eso la demanda de Palomas, algo se está
moviendo y eliminan toda evidencia.
Nos
fuimos la cita con Omar en el Géminis.
—¡Carnalito!
—Nos recibió con una cerveza en mano.
Nos
reunimos en el restaurante de mariscos que tanto frecuenta Omar, casi cliente
distinguido.
Le
contamos todo lo que ha sucedido desde la última vez que nos vimos.
—Oye,
carnalito... —dijo Omar— Feer informó que vieron a Nicole Alzate llegando desde
Bogotá en el aeropuerto y que venía con una sombra bien pesada.
—¿Sabes
quién es?
—Súsan
Sierra...
Luego
entró en detalles sobre los registros sobre la muerte de Cabeza de Tigre, nada
importante, solo que lo encontraron con impacto en la cara, causa de muerte
suicidio.
—Lo
más extraño —dijo Omar— es que meses después salió una nota en le periódico
sobre un caso aduanal. Unos investigadores en el Congo regresaron a New York y
en la aduana les detuvieron por las muestras que traían consigo. Estaban
investigando algunas cosas sobre cocodrilos, pero eso prendió focos rojos, al
revisar todo lo que portaban encontraron un anillo con el emblema del Cabeza de
Tigre. —le dio un trago a su cerveza— Si me lo preguntas, alguien lo
"desaparecieron" con los cocodrilos.
—¿Cuál
fue el reporte?
—Dijeron
que haciendo una muestra hallaron un cocodrilo con marcas de pelea por
territorio y aparearse, entonces la investigadora Juliette Muzquiz encontró el
anillo y se lo llevó. Solo eso.
—¿Se
sabe quién fue esa víctima?
—Todos
los generales que tenían ese anillo fueron ejecutados, algunos ni sus cuerpos
completos fueron encontrados. —Dijo Omar.
—Cada
vez se complica mucho más esto... —Dije
Comimos
algo ligero junto a Omar.
Le
pedí de favor se mantuviera cerca, que algo grande viene y hay que estar
preparados.
***
—¿Qué
sigue ahora? ¿Vamos por Janet al Corazón de Cristal? —Preguntó Cecilia.
—No,
vamos al Universo.
—¿Y
Janet?
—Que
se encarguen los demás... ¿acaso estás en ánimos para una confrontación?
Tuvimos
un trayecto relajado, a dos cuadras de llegar al teatro Cecilia observó algo
raro por el espejo. También lo noté, de inmediato 3 automóviles nos rodearon y
en un de ellos bajó la ventanilla para hacer la seña de que los siguiéramos.
Cecilia preguntó si eran amigos míos.
—Son
militares... —dije.
Entre
los 3 vehículos se turnaron para guiarnos por la ciudad hasta llevarnos al
Campo Militar 76. Le dije a Cecilia que desconocía de esto, solo pudo mandar
discretamente nuestra localización y borró conversación. Entramos cautelosos en
Nyx y le comenté que pusiera las manos sobre el tablero todo el tiempo hasta
que ellos abrieran la puerta. Así lo hizo.
Nos
llevaron hasta un hangar, ahí fuimos rodeados por algunos elementos de
seguridad, abrieron las puertas y nos sacaron a cada uno. Nuestros teléfonos
los pusieron en una caja de plomo y la resguardaron. Sobre un mesa nos quitaron
la ropa que no era necesaria, las armas y los zapatos. Nos pasaron varias veces
detectores de metal y al final colocaron un radiotransmisor en el interior de
Nyx.
Terminado
su protocolo se acercó la Generala Sydney Miranda con dos guardias.
—Buena
tarde... —dijo la generala— espero no los haya agarrado ocupados.
En
ese instante pensé que ya estaba en problemas con Dan.
—¿A
qué debo el honor de su visita? —Preguntó la generala mientras un soldado le
desplegó una silla.
—Generala,
yo...
—Tú,
nada... —dijo cortantemente.
Sólo
guardé silencio ante ella. Me pidió repetir mis órdenes y las repetí.
—Si
esas son tus órdenes —dijo— ¿por qué chingados estás jugando al detective?
—Permiso
para hablar, Señora. —Dije. Hizo un ademán— No me arrepiento de...
—Cuide
su lenguaje, Cuervo —me interrumpió y guardó silencio.
—...pero
tuve que hacer todo eso para saber quién está intentando una guerra entre todos
nosotros.
—¿Guerra?
¿Estás en esto por una guerra o por un contrato?
—Señora...
me contactó la terapeuta Janet para la búsqueda de una persona que tenía el
nombre clave de "Cardenal".
—¿Y
quién es ese Cardenal?
—No
lo sé, Señora, sólo tengo una pista.
Hizo
un ademán con su mano y un par de guardias escoltaron a Yorleni Mendoza hasta
nosotros.
—Por
favor, abogada —dijo la generala— dile a este quién es ese Cardenal para que se
deje de pendejaditas.
Yorleni
entregó un expediente: Javier Menester Sánchez, mejor conocido como El
Cardenal, espía del gobierno mexicano, muerto en acción en Barranquilla,
Colombia el 13 de mayo de 1995.
Mi
rostro mostró toda mi sorpresa.
—Si
me hubieras dicho que estabas haciendo antes del cambio de guardia de la
Sirena, nos hubiéramos ahorrado tanto.
—Señora...
—dije— ¿qué hace Yorleni acá?
—No
te importa...
—¿Señora?
—Mira...
hay algo grande acá, a todos se nos fue de control. La Maquinaria está en
problemas, el CO en problemas, nosotros en problemas y la EP lo sabe, de hecho,
afuera lo saben. Todos se están armando y reagrupando, la policía sólo está
buscando asaltantes de Oxxos y farmacias, todos están más ocupados en proteger
su culo... —suspiró fuerte— hasta nosotros.
Con
un ademán pidió que se retiraran todos. Ahí quedamos la generala, Yorleni,
Cecilia y yo.
La
generala fue contundente: —Estuviste persiguiendo un fantasma y en tremendo lío
nos has metido a todos. ¿Y te decías ser un Arcángel?— Se levantó y se fue
junto a Yorleni.
—¿Señora?
—Grité.
—No
más preguntas. —Solo eso dijo.
***
Recién
nos subimos a Nyx, fuimos escoltados por una motocicleta para salir del lugar.
Nuestros teléfonos comenzaron a notificar mensajes. Salimos del Campo militar y
en movimiento contestamos, pusimos a todos en alerta y actualizamos la
información. Nos enteramos que Janet había desaparecido. El día de ayer fue
dada de alta del Corazón de Cristal, no se sabe nada de su paradero. Omar ya se
puso en contacto con todos nuestros aliados, nada.
En
ese instante me preocupaba dos cosas: ¿Quién es en realidad Janet?, y llegar al
Universo.
***
Escuché
la voz de Dan desde uno de los accesos, abrí la puerta, ella me observó desde
escenario. Me saludó. De inmediato se escuchó una voz de mujer pidiendo orden.
Janis
se acercó detrás de mí, me dijo: —...es la directora de la obra, se presentó
como Lilia Orlayneta...
—Doña
Lilia... —Le interrumpí para acentuar que uno debe dirigirse con respeto a
ella.
Tomamos
asiento, Cecilia optó por quedarse a platicar con Janis en el vestíbulo de
acceso, el Universo estaba bien custodiado y Angel Caceres estaba también entre
las butacas vigilando todo.
Apagué
mi teléfono, solo me puse a escuchar a Dan cantar, realmente brilla en el
escenario, su voz es perfecta en el lugar, vibra. Recordé que hace mucho no me
sentía así, pese a la situación tan complicada que se ha dado, ella, siendo
ella, actuando como ella, así con toda su historia, sus secretos, lo que no sé
de ella... me ha hecho vibrar la vida. Me reencontró con una especie rara de
pasión ante cada día.
Finalizó
el ensayo. Me acerqué respetuosamente, saludé casi en reverencia a Doña Lilia y
ella sonrió gentilmente, pero me pidió de favor que no volviera a distraer un
ensayo y que no trate de darme un papel de tipo rudo al entrar, que es muy
cliché y vulgar. Acepté con una sonrisa.
—Ya
se pueden ir... —Dijo Doña Lilia.
Fui
hasta Dan, le tomé la mano y le abracé. Sentí respirar un poco de ella, besarle
levemente, realmente sentirla muy cerquita. Ella se sorprendió un poco de mi
reacción, preguntó el porqué. Respondí que era parte de los efectos secundarios
de escucharle cantar.
Nos
organizamos para regresar a la Luna, Cecilia se fue con Janis y Dan y yo en
Nyx.
Se
adelantaron, les pedí de favor pusieran al tanto de todo detalle a Artemisa
cuando llegaran.
Dan
me relató todo lo que está aprendiendo, casi me describe el ensayo y como Doña
Lilia se impuso de inmediato en la dirección de la obra. Reímos un poco de un
par de bromas. Dan se percató que estábamos en una ruta diferente a la Luna.
—¿Adónde
vamos?
—Quiero
llevarte a un lugar...
—¿Nos
estamos fugando?
—Una
fuga para dos... —Le guiñé un ojo.
Pasamos
a una cafetería y panadería del Suroeste de la ciudad, le comenté a Dan que
siempre que ando por esos lados me detengo a comprar algo de pan y un café.
En
esa ocasión compramos unas galletas, dos piezas de pan un chocolate y café.
Nos
pusimos en marcha a ese lugar que le mantenía en secreto.
—¿Qué
hacemos acá? —Preguntó Dan al observar que estacionaba a Nyx en el Parque
Ecológico de México.
Observó
como saludé al velador, a Don Agustino, le pregunté por su familia y le pedí de
favor entrar junto a Dan. Dejó su sombrero a un lado y puse unos billetes en
él.
Me
dio la copia de las llaves que reservó para mí y tomé de la mano a Dan.
Caminamos
por los pasillos llenos de vegetación, de árboles frutales, de flores que con
la poca luz de los arbotantes de piso daban una apariencia mágica.
—¿Estás
pensado si aquí traigo a mis citas?
—Muy
cliché... sí. —Me respondió.
Llegamos
al kiosko central del parque. Dan dijo que se veía un poco lúgubre el lugar. Le
pedí que esperara un poco. Tomé el teléfono, activé la lámpara y encontré el
panel eléctrico. Solo active el «kiosko».
Pequeñas
luces iluminaron en interior del lugar, el sendero y unas cuantas alrededor.
—De
entre lo lúgubre siempre existirá la esperanza... —le dije.
Caminamos
hasta ahí, nos sentamos en una de bancas y estuvimos conversando tomando
nuestras bebidas y comiendo pan.
—¿Por
qué me trajiste acá? —Preguntó.
Suspiré
profundo, observé el lugar y luego la miré, tomé sus manos: —Me sucedes, Dan.
Ambos
sonreímos.
***
En
la Luna, Cecilia había puesto a todos al tanto de lo ocurrido. Le mandé mensaje
para agradecerle su compañía. Respondió con un emojin de carita sonriente.
Dejé
el teléfono en la mesita para cargar la batería, recién me di la vuelta y Dan
me tomó del rostro, me besó, fue de esos besos electrizantes, me erizó toda el
alma. Le abracé, así nos tuvimos unos segundos, nos fuimos a la cama, ella
encima de mí, entre besos, besos salvajes, incontenibles... me miró a los ojos
en esa penumbra de la habitación, me dijo: —También me sucedes...
***
Despertar
a mitad de la noche, ya se me está haciendo costumbre.
Observar
por la ventana los jardines de la Luna, observar a Dan dormir, observar mis
manos y pensar, pensar, pensar.
¿Algo
ocurrió acá? Me repito constantemente, le doy vueltas a mi cabeza, no puedo
regresar en mis pasos para buscar lo que salió mal, será entrevistarme con
todos y saber qué falló, reescribir esta historia... pero se huele a conflicto
cercano, no puedo perder tiempo.
No
me sentía así en años, no sé qué hacer...
***
—Ya
nos contó todo Cecilia.. —dijo Artemisa en la reunión de la mañana.
Me
cuestionaron mi falta de compromiso al no regresar de inmediato a la Luna
después del Universo. Acepté la culpa sin decir más.
En
la reunión se trazó un plan de prevención contra las dos "Furias" en
la ciudad, ya que no existía documentación al respecto, solo rumores y pequeñas
hipótesis de su estadía en el país.
Les
dije que conozco a la Furia llamada Dulainis...
—Ella
se ha inmunizado con una toxina que se coloca en los labios, es un veneno
sumamente poderoso que pudre la carne.
Dije
que tengo confirmación de ello: —Estoy seguro que el reporte forense respalda
eso. —Señalé la documentación sobre la mesa.
Mis
respuestas fueron muy apáticas, casi como deseando no estar ahí y era verdad,
no quería seguir en esto, ya no tengo ganas, quería escapar de todo,
resguardarme, fumar, escuchar jazz y esperar a que la tormenta haya pasado.
Artemisa se percató de ello y terminamos la reunión rápido. Los analistas de la
Luna estarían al pendiente, todo miembro activo y afiliado estaría con los ojos
abiertos, todos, desde la Maquinaria, el CO, la EP y el Ejército. Pidió que nos
retiremos, bueno, a mí no.
—¿Qué
sucede? —Preguntó Artemisa.
Eso
mismo, me dije en pensamientos, eso mismo pregunto, qué sucede.
Suspiré:
—No lo sé...
—Cuervo...
—dijo Artemisa— No sé qué papel estés jugando o si estás jugando... pero solo
alguien como tú pudo hacer todo esto, no me refiero a la amenaza de guerra o
todo lo que estamos pasando, sólo alguien como tú pudo ser nodo en esto. Nadie
nunca lo hizo, sin tu aparición esto de reunir a todos... se hubiera hecho
posible.
Alcé
la mirada, encendí un cigarrillo. Me quedé en silencio.
—No
hagas caso de lo que te dijo la Generala —Cecilia les contó a detalle, pensé—
Tal vez el cardenal eras tú...
Moví
un poco la cabeza, de lado, observando extrañado. Hice un ademán con la mano
que tenía el cigarrillo para señalarme a mí mismo.
—¿Sabes
cómo son los cardenales? No me refiero a su aspecto... —dijo— Si capturad uno
se van a golpear en la jaula hasta matarse, es de las pocas criaturas que se
provocan el suicidio antes que permanecer enjaulados y no me refiero a morir de
inanición, me refiero de verdad a matarse... —se acomodó en su silla— pero si
los alimentas mucho van a comer hasta el cansancio y se quedarán ahí,
engordando, viviendo menos, pero enjaulados. Ambos caminos son detestables, más
para alguien como tú... un cuervo.
—Bah...
—dije.
—Sí,
estás en todo tu derecho de estar hasta la madre, pero no nos abandones. —Se
reclinó en su silla— ¿y Dan?
—Eso
fue muy bajo, Artemisa, esa pregunta sí dolió.
—Te
necesitamos...
La
observé fijamente, sentí algo raro, una mezcla extraña de emoción y temor.
Artemisa hizo la pregunta que tal vez estaba buscando...
—¿Qué
necesitas para tenerte de vuelta?
—Reinstalen
mi Clan, que los Cuervos regresen... —dije.
***
Antes
de salir con Cecilia, le pedí me diera unos minutos. Escribí en un papelito un
poema, lo doblé dos veces y en una de sus caras el puse "Me sucedes"
con un garabato de un cuervo en vuelo. Pedí que cuando Dan estuviera saliendo
con Janis se lo dieran...
En
otro papelito rehíce el garabato del cuervo en vuelo, escribí una dirección,
una hora y una estrella de 5 picos. Tomé fotografía y la mandé por mensaje. En
segundos respondieron con un emojin de estrella.
—¿Para
dónde? —Dijo Cecilia.
—Vamos
al Nido de los Cuervos...
***
——
Continuará...
en FINAL DE TEMPORADA.
Luis Antonio González Silva
